NUNCA LLEGÓ A TENER ZAPATOS PROPIOS
Eran raídos sus zapatos.
También le eran grandes.
Estos fueron un obsequio
del Don que pretendía
que pasara lo que él vivió.
También los tuvo pequeños.
Le dañaron los pies.
Estos fueron un regalo
de alguien que deseaba
que sintiera lo que él sintió.
Y también los tuvo de su misma talla.
Pero de la suela eran carentes
y siempre llevó los pies mojados.
O incluso del todo calcinados
al ser el calor lo más presente
en las superficies de duras aceras.
Siempre le prestaron los zapatos.
Nunca logró poder comprarse unos.
Le decían que se pusiera en su piel,
pero el porqué nunca se lo decían.
Siempre anduvo con zapatos viejos.
Nunca pudo tener unos nuevos.
Le decían que tenía que agradecer,
pues, si no, algún otro se los pondría.
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