LA LITURGIA DEL LOBO
A la oveja le gustaba cantar.
Al principio no lo hacía bien.
Así que fue practicando
en todos los momentos que podía.
Al final, fue cogiendo soltura.
Hasta le daban vítores
las demás de su rebaño.
Y, a veces, acompañarla solían.
En estas, llegaría un lobo
sintiendo curiosidad por la algarabía
habida en el paraje aquel.
Sin más, decidió unírseles
con una voz que la dulce paz trasmitía
al formar un grácil coro.
Fueron las ovejas
abrigando al lobo en su círculo
atraídas por el dichoso calor
que clamaban sentir en sus corazones
al no tener aquel malas intenciones.
Pero, al finalizar,
aquel lobo las iría cazando
sin manifestar pudor alguno
por aquellas que, pocos minutos antes,
formaron parte en su liturgia de sangre.
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