"Bitelchús Bitelchús"; bien, pero inconsistente

Le lastran las tramas forzadas y los personajes planos

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¿Puede una constante sucesión de disparates hacer pasar un rato entretenido? Sí, y ello pese a la continua presentación de personajes y la consecuente duda de si al final podrán encajar en la trama. Sobre todo cuando esta misma dispone de multitud de secundarias que han de hilarse en un conjunto total. Esto le sucede a "Bitelchús Bitelchús", la esperada secuela de la obra que comenzara cimentar la leyenda del estadounidense Tim Burton en 1988. Algo que, como resultado, nos puede llegar a resultar aséptica en su tramo final.

Aún así, su resultado es un excelente homenaje a lo bellamente nauseabunda que podría llegar a ser la original. Michael Keaton parece recrearse bajo el disfraz del hilarante y escatológico "bio exorcista" sin notarse el paso del tiempo. Es más grosero, asqueroso, pervertido y se supera en su narcisismo. Por desgracia, lo forzado de la inclusión de todas las historias habidas hace que se desaproveche la toxicidad de su personalidad en la totalidad. Y esto resulta ser una lástima ya que, por momentos, el director da la sensación de querer explotar al máximo su fijación por lo grotesco y lo gótico sin llegar a un punto en concreto.

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Y es que el fantasma, 36 años después, sigue obsesionado con Lydia (Winona Ryder). Convertida en una presentadora televisiva de éxito, vive todavía traumatizada por los acontecimientos del pasado mientras lucha por afrontar la equidistancia de su hija Astrid (Jenna Ortega) después del deceso de su padre (Santiago Cabrera). Todo ello sin saber que el Más Allá se está tambaleando por el catastrófico regreso de la ex mujer de Beetlejuice (Monica Belluci) a la par que fallece Charles Deetz, el padrastro de Lydia. Por fortuna, podrá contar con la ayuda de Delia, su extravagante madrastra, quien vuelve a estar sutilmente encarnada por Catherine O'Hara.

La falta de registros y naturalidad de Ortega es uno de los lastres del film. El conflicto que rodea a su adolescencia sólo podría ser presentado de esa forma por Burton. Sobre todo por el hecho de que la fragilidad y perdida que presenta es el caldo de cultivo perfecto con tal de que un psicópata pueda aprovecharse de ella. Y ello dentro de un marco sobrenatural. Pero la joven de 21 años no consigue interiorizar lo que vive su personaje y este llega a asemejar una parte más del decorado en una parte de la trama que resulta vital en la totalidad. A ello tampoco ayuda Arthur Conti en el papel de Jeremy, cuya actuación resulta plana y sin matices pese a lo complejidad que deja vislumbrar el contexto en el que se erige.

A esto hay que sumarle el poco entusiasmo que parece irradiar Winona Ryder. Su vuelta a la piel de Lydia resulta ser una caricatura respecto a lo ofrecido en 1988, aunque en aquellos días tampoco es que su actuación fuera para tirar cohetes. Las emociones que debería trasmitir, por mucho que sepa lo que habría después de esta vida, resultan ausentes y mas aún en los continuos conflictos que se le presentan. Conformista al igual que su papel, no arriesga nada y no destila disfrute en el proyecto. Todos los traumas que arrastra el personaje resultan ser hasta un impedimento a la hora de desarrollarlo. Ni siquiera su reacción ante la sombra que le acecha resulta creíble.

Por fortuna, Willem Dafoe nos regala una exquisita puesta en escena con el estrafalario detective Wolf Jackson. Junto a la intervención de Danny DeVito, y la ya nombrada actuación de Catherine O'Hara, da fuerza y viveza frente a lo nada convincente que refleja Justin Theroux siendo la actual pareja de Lydia, Rory. Las salidas de tono de Dafoe son una excelente carta de presentación de un actor todoterreno que deleita en este largometraje. La lástima es lo desaprovechado, y baldío, que resulta la aparición de Delores. Aunque la figura que presenta Monica Bellucci enriquece notablemente la mitología entorno a Beetlejuice, su importancia, al final, cae en un saco roto.

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El guión de Alfred Gough y Miles Millar resulta ser una sugerente apuesta. Y no es para menos. Continuar la historia de 1988 era algo arriesgado. Más teniendo en cuenta lo ansiada que era esta segunda parte. Como resultado da algo excitante, pero que al mismo tiempo es muy forzado. Sobre todo, tal y como ya hemos comentado, por la cantidad de personajes sin profundidad y las subtramas que encarnan. Por ello, la duda que asalta mientras se ve la película es cómo encajaran en lo global. Esto tiene de resultado la sensación de que unos 20 minutos más de metraje no originarían esa sensación de que acaban metidas con calzador. Por consiguiente, conlleva que el final sea apresurado y sin la tensión correspondiente.

Lo curioso es que es agradable vislumbrar el fruto de una película cuya estética y ritmo es propia de finales de la década de los 80 del siglo pasado. Tim Burton lo auna con la espectacularidad del cine actual sin perder su seña propia de identidad. Lo lúgubre y su particular sentido del humor logran que sea un producto para todos los públicos con un claro doble sentido en su mensaje. A esto le añade una, por momentos, cutrez extrema en los efectos especiales que bien llegarían a recordar su "Mars Attacks!" de 1996. Además, sus continuos homenajes al cine de serie B se mezclan con reseñas a sus dos "Batman", "Sleepy Hollow", "Eduardo Manostijeras" o "Alicia en el país de las maravillas".

El de Burbank sigue mostrando su maestría a la hora de enfrentar el terror y lo grotesco sin que lo parezca. Todo ello debido a su tan personal sentido del humor que hace que una escena que pudiera caber en el cine "gore" a manos de otro director resulte hasta cómico. Y esto es algo que no le falta al largometraje, pues momentos que podrían llegar a ser verdaderamente explícitos en cuanto a lo macabro suponen un espectáculo visual por el colorido y surrealismo que emanan. He ahí que radica uno de los mayores logros de la película original. Pues si bien pudiera haber tenido un aspecto más turbio y visceral (la historia se presta e ello), lo más seguro es que no hubiera cosechado aquel éxito siguiendo esa premisa.

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Respecto a tener un estilo marcado y reconocible, Burton explicaba en agosto a "Variety" que le da escalofríos que la gente vaya buscando eso mismo. "Tiene un aire a «La invasión de los ladrones de cuerpos», porque nunca me veo así", a la par que decía sentirse como un vampiro al no tener espejos en casa. "Creo que para algunas personas es un cumplido y para otras es una denigración. Así que depende de la persona que lo diga y por qué". Asimismo, añadía que no volvió a ver el largometraje de 1988 con tal de empezar con este porque no sabe en qué se basó su éxito. Lo habría tratado como algo en lo que no podía dejar de pensar y le impedía centrarse en otros asuntos.

Inaugurando el último Festival de Venecia, aunque estrenada fuera de concurso, declaró que no hacía la película por dinero. Además, su rodaje le supuso algo "hermoso" porque, al igual que en la primera, este estuvo cargado de improvisación y al elenco se le ocurría cosas en el set a diario, recogía el día 31 del mes pasado "La Tercera". Descartando que vaya a haber una prolongación más, indicaba que Beetlejuice es un personaje que disfrutó junto a su mundo, el cual nunca le abandonó. Y es que preguntándose qué le pasaría a una persona al pasar de adolescente a adulto, como es el caso de Lydia, la idea de hacer "una extraña película sobre una familia" le pareció realmente correcta.

Esto después de que tras el "Dumbo" de 2019 pudiera haberse retirado o volver a ser animador, incidía en "Variety". Durante estos cinco años vio cómo cambiaban muchas cosas a raíz del CoVid, por lo que estuvo centrado en sus "propios sentimientos" y asuntos. Pero lo que le reconectó fue la llegada de "Wednesday”, serie que protagoniza Jeena Ortega y de la cual es director. Incluso también cuenta con Alfred Gough y Miles Millar en el guión. "Fuimos a Rumania y me sentí como si estuviéramos en un campamento de salud creativo. Fue muy bien". Explicaba que estando en Hollywood uno se puede perder pese a tratar de ser responsable con el presupuesto. "Esto reforzó en mí la sensación de que es importante hacer lo que quiero hacer, porque así todos se beneficiarán".

Michael Keaton (nytimes.com)

Por su parte, y teniendo en cuenta las 4 películas en las que hasta ahora habían colaborado, Michel Keaton le comentó a Burton que, en caso de volver a interpretar al ente, debería estar presente menos de lo que estuvo en la primera película, pues de ser así lo consideraría un error. Algo con lo que el director estuvo de acuerdo. Además de tener que sentirse que estuviera hecha a mano y con menos tecnología, "si es que hay alguna", señala recientemente en un reportaje de "The New York Times" que repasaba su carrera. Según contaba a "CNN", tardó poco en volver a hacerse con el personaje y, en contraposición a lo afirmado por el cineasta, aseguró que no tuvo la necesidad de improvisar tanto como en la primera a pesar de la aportación de ideas que realizó durante el rodaje.

Llegados a este punto, les recomendamos el visionado del largometraje. Con sus más y sus menos, también sus altos y bajos, pasarán un rato más que satisfactorio. De ustedes dependerá el elucubrar si es una digna sucesora de su precedente. Incluso podrán ver cómo se esclarecen algunos interrogantes de ella mientras que otros siguen opacados. Ya sea en lo que respecta al mundo de los fantasmas o el entorno familiar de Lydia. Y dicho sea de paso, incluso tendiendo en cuenta la negativa hacia ello por parte del director, su trama deja la posibilidad de una tercera entrega en la que se revelen ciertos misterios más que quedan inconclusos. Habrá que ver si ello depende de la industria de Hollywood o del de Burbank. Así que, si lo desean, disfruten de esta renqueante obra que deja un agradable sabor de boca.








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