No había ningún poder que conllevara una responsabilidad



No tenía claro qué era lo que más le dolía. Por un lado estaba el hecho de descubrir que Mary Jane disfrutaba más en la cama con Harry que con él. Por otro, la vergüenza que sentía al estar espiándoles. Y lo hacía encaramado a la pared que daba al dormitorio de ella. A través del reflejo de la ventana de enfrente podía verlos. Y no lograba disimular la erección que tenía. Ni siquiera con la increíble tromba de agua que estaba cayendo.

Entre lágrimas, y no sabía si era de rabia o angustia, les escuchaba mediante su agudizado oído. De repente, dejó escapar todo lo que sentía mediante un grito atronador. Su sonido retumbó a lo largo de la oscura calle. Incluso llegó a golpear su cabeza contra la piedra. Pero paró. Y lo hizo cuando notó que frenaron su acto de intimidad. Percibía la fragilidad de ambos por el miedo que les causó el instante. Entonces, soltó una ligera risotada. Fiel a su acostumbrada valentía, o exceso de confianza, Mary Jane se levantó de la cama y comenzó a mirar a través de la cristalera. No vio nada. Harry se le acercó y le pidió que volviera. "Sí, vamos, trata de tranquilizarla. Trata de seguir con lo que estabais haciendo", rumió.

Tras un breve momento de lo que le parecieron unas frías lisonjas, regresaron. Y él siguió llorando detrás de su máscara mientras apretaba los puños por la impotencia. Entonces, sus sentidos arácnidos le pusieron en alerta. Algo sucedía muy cerca de allí. Intentó despejar la mente y analizar la situación. Sí, dos hombres acababan de acorralar a un tercero. Uno de los primeros le dio un puñetazo en el estómago. Acto seguido, y estando en el suelo, una patada en el rostro. "¿Qué haces? ¡Cojamos la cartera y el reloj y vamonos!", le increpó su compañero. "¡Calla! Quiero disfrutar un poco de su compañía".

***


Sigilosamente, y usando sus telarañas mientras se desplazaba por el aire, fue hacia el lugar. Observó la forma en que aquella persona era golpeada una y otra vez en medio de un ataque de risa del agresor. "¿Te gusta? ¿Te gusta? ¡Venga, di que te gusta!". Pero no hubo respuesta. Hacía rato que había perdido el sentido. Estaba inconsciente. Escupiendo sobre su cuerpo tirado, le dio la última patada. "¡Venga! ¡Vámonos! ¡Aquí no tenemos nada más que hacer!". Desaparecieron. Y les dejó marchar. En lugar de ir detrás se acercó al hombre que estaba tendido boca a bajo. Respiraba con dificultad. Le dio la vuelta con tal de averiguar quién era. "¡Jódete!", bramó al descubrir que se trataba de J. Jonah Jameson.

"En qué estarías metido, desgraciado", expresó en voz baja. El editor del «Daily Bugle» emitió un quejido. "¿Te duele?", le preguntó. "Tranquilo, con el jaleo que han armado alguien habrá llamado a la Policía; no tardarán en venir". Le observó detenidamente. Disfrutaba viendo su dificultosa forma de respirar. "Al final has recibido tu merecido; tarde o temprano tenía que pasar". Se inclinó con tal de verle mejor. Sí, tenía la nariz rota. Extendió su mano derecha y la agarró con los dedos pulgar e índice. "¿Te duele?", expresó al apretar. Jameson gritó. Y en cuanto lo hizo ejerció más fuerza. El volumen de sus alaridos aumentó. "Bien, ahora sí que estamos seguros de que te han oído. Me voy, ya nos veremos en otra ocasión".

Abandonó el oscuro callejón. Sabía de sobra lo que iba a hacer. Pero antes tenía que quitarse el traje y vestir de calle. No estaba muy lejos de donde guardó su mochila, así que fue hacia allá. Pero lo hizo andando. Usando las sombras de cobijo con tal de no le vieran. Y mientras caminaba prestó atención. La Policía y la ambulancia habían llegado. Uno de los agentes rió a carcajadas cuando notó quién era la víctima. No pudo disimularlo. "Le está bien merecido", comentó. Parecía que Jameson tenía más enemigos de lo que pensaba. O por lo menos mucha más gente que se la tuviera jurada.

Al llegar, escaló la pared. Cuando alcanzó el rincón en el que hubo escondido la bolsa con las ropas la cogió y descendió. No había nadie cerca, por lo que se desnudo y volvió a vestirse. Acto seguido, sacó el mechero que le tomó prestado a Jameson. No tenía intención de devolvérselo, pero la expresión quedaba bastante bien en esa situación. Vio un cubo de basura metálico. Estaba seco. Busco papel que también lo estuviera. No le costó mucho encontrarlo. Lo metió dentro junto a las prendas. Y entonces le dio fuego. Se acabó. Nunca jamás volvería a ser Spiderman. Un nuevo Peter Parker acababa de nacer. A partir de ahora haría lo que le viniera en gana. Y lo primero sería emborracharse.

***


Fue al bar más cercano. Era un garito de ambiente. Pero eso no le importaba. Sólo quería beber hasta reventar. Nada más llegar cogió sitio en la barra y llamó al camarero. Lo hizo con demasiada energía. "Aquí no nos gustan ese tipo de modales, así que si me prometes que vas a relajarte podrás tomar lo que te apetezca". Peter le pidió disculpas. "De acuerdo, aceptadas. ¿Qué va a querer el señor?". Peter guardó silencio durante unos instantes. "Una cerveza y dos chupitos de ron". El empleado sonrió. "Ahora te los pongo, pero no ahogues tus penas aquí. No queremos líos".

- Tranquilo, lo tomaré y me iré.

- No, no es eso. Aquí la gente viene a divertirse. La tristeza se queda fuera.

- Está bien, gracias. Pero de todas formas no me quedaré mucho tiempo...

- No mordemos...

- Lo sé...

Ahí fue que rieron los dos. Al servirle, el muchacho puso cuatro vasitos pequeños. "¿Y esto?", quiso saber Peter.

- A este invita la casa.

Brindaron y el chaval siguió con sus quehaceres mientras Parker sacaba el móvil y ojeaba la prensa a la par que bebía la cerveza con los otros tragos. No aparecía nada de lo de Jameson. Había pasado poco tiempo, así que todavía no podía haberse corrido la voz. Cuando terminó, se levantó del taburete tambaleándose un poco. Pero rápidamente recuperó la compostura. Se despidió del muchacho y abandonó el local después de que este le devolviera con la mano el gesto.

Al salir se le ocurrió ir a otro antro que estaba al lado. Había ido un par de veces en compañía de Eddie, pero no le agradó el local. De todas formas, algo le decía que podría encontrarse con él. Y ahora que hubo dejado todo atrás... estaba deseando poder vacilarle un poco.

***


Nada más llegar, observó que estaba prácticamente vacío. No le vio por ningún lado. Y eso le sentó como un jarro de agua fría. Pero, visto lo visto, lo mejor era cumplir con lo que tenía pensado hacer. Al sentarse en una de las banquetas le pidió al camarero lo mismo que antes. En cuanto le puso el primero de los chupitos, lo bebió de trago indicándole que quería otro más mientras le servía.

Entonces, dio un pequeño sorbo a la cerveza con tal de aclarar la garganta. Justo en ese momento, le tocaron en el hombro. Era Eddie. "¿De dónde has salido?", le preguntó sorprendido. El alcohol estaba mermando sus sentidos. Tenía que haberse dado cuenta de que estaba en alguna de las pistas del fondo. "¿No te has enterado?", inquirió. Le costó oírle por el volumen de la música. Sí, la borrachera estaba dañando sus facultades.

- ¿De qué me estás hablando?

- Acaban de dar una paliza a Jameson muy cerca de aquí.

- ¿Cómo? ¿Se sabe algo sobre quién ha podido ser?-, dijo tratando de disimular.

- Sí, hay dos sospechosos. Pero hay algo más. Así que trata de estar tranquilo.

- Tranquilo estoy...

- Es que no sé cómo decírtelo...

- ¿Decirme el qué?

- Pues... Jameson está estable. Se recuperará...

- Déjate de rodeos, ¿qué es lo que tienes que decirme?

- Tiene que ver con Mary Jane...

- ¿Mary Jane? ¿Qué tiene que ver ella en todo esto?

- Pues... parece que después de atacar a Jameson se colaron en un edificio... y era el de ella...

- ¡Ve al grano!

- Cuando Harry estaba saliendo de la casa de Mary aprovecharon a entrar...

- ¡¿Qué?!

- Lo han matado de un disparo. Y ella está muy grave. Recibió otro. No saben si saldrá de esta.

Peter casi cayó al suelo por la impresión. Si Eddie no le llega a sujetar hubiera golpeado su cabeza contra la barra. Cuando recuperó el equilibrio se puso a mirar la pared. Las lágrimas comenzaron a surcar su rostro mientras Eddie trataba de consolarlo poniendo su abrazo izquierdo alrededor de su espalda. Cogió el chupito que le quedaba y lo tomó de trago. A continuación, hizo lo mismo con la cerveza. "Tengo... tengo que marcharme".

- ¿Qué? ¿A dónde? ¿Qué vas a hacer?

- No... ¡No lo sé! Sólo... sólo déjame ir... Necesito tomar aire...

Salió corriendo del bar. En cuanto traspasó la puerta fue al callejón en el que anteriormente encontró a Jameson. Allí ya no había nadie. Sólo la mancha de sangre proveniente de su cuerpo. Y las marcas indicativas de las pistas de los Policías. Intentó relajarse, pero sus sentidos arácnidos estaban alterados. Se concentró e intentó localizar a aquellos dos tipos.

***


Le costó. Tardó un largo rato, pero lo hizo. Aún estaban cerca. El sonido de su voz y sus olores eran inconfundibles. Sí, estaban justo a dos manzanas de distancia. Mientras uno de ellos reía el otro le echaba en cara lo sucedido. Pero daba igual. La suerte de ambos había sido firmada. Sabía lo que tenía que hacer. Y Spiderman ni siquiera era un recuerdo. No había ningún poder que conllevara una responsabilidad. Sólo existía la venganza.

Saltó hasta lo alto del edificio. Desde ahí localizó el punto exacto en el que se encontraban. Cogió carrerilla y volvió a saltar. Fue a parar al tejado de donde estaba escondidos. Podía oír los gritos de uno de ellos. La risa de satisfacción del otro. En cuanto estuvo en la cornisa comenzó a descender por la pared hasta llegar a la ventana de la casa en la que estaban escondidos. Era un séptimo. Entró de golpe rompiendo el cristal.

Se quedaron en silencio. Alarmados, y llenos de miedo, le observaron. Él, mostrándoles el rostro de quien iba a darles el final, sonreía. Fue directo al que recriminaba. Le agarró del cuello y lo tiró por los aires. Atravesó la ventana. Escuchó el inconfundible ruido de sus huesos partiéndose al chocar contra el suelo. Sí, estaba muerto. Sus ahora exacerbados sentidos así lo indicaban.

El otro, el que hasta hace un momento reía, se arrastraba por el suelo tratando de huir. Una mancha de orina apareció en sus pantalones. "¿Ahora sabes lo que sintió Mary Jane?", le cuestionó poniendo su rostro sobre el de él. "¿Quién?".

Toda su ira y dolor reventaron nada más oír aquello. Le soltó un puñetazo y acabó inconsciente sobre el piso. Acto seguido, y tras tomar aire, comenzó a pisar su cabeza una y otra vez. La sangre que manaba comenzó a mezclarse con los huesos rotos. Y estos eran cada vez más pequeños. No paró hasta que terminaron formando una especie de papilla rojiza. Después, también tiraría su cuerpo por la ventana.

- Se acabó. Ya no hay más Spiderman. Ya no hay más Peter Parker. Ahora hay que ir a casa a dormir. Tío Ben, tía May... gracias por todo. Sin vosotros nada de esto hubiera sido posible. Gracias por vuestra educación. Gracias por vuestro amor.

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