El origen del imaginario colectivo de lo que eran

06/VII/2021




En el año 2087 fueron inauguradas las primeras bases permanentes en el satélite que poseía la Tierra, la Luna. Uno de sus primeros objetivos fue terraformarla. Esto implicaba crear una atmósfera compatible con la vida basada en el carbono de los Seres Humanos. Para ello, se valieron de unas emisiones de CO2 proveniente de los motores que alimentaban de energía las bases. Esto ayudaba a que el agua congelada del satélite adquiriera forma líquida. No tardaron en formarse lagos en los cráteres que poblaban su superficie.

También portaron desde el planeta de origen esa materia esencial. Poco a poco, no explicaron cómo, la atmósfera fue adquiriendo una composición parecida a la del de origen. Pero la baja gravedad que allí había la hacía débil e inconsistente. Llegaron a la conclusión de que debían aumentarla hasta que llegara al nivel del de la Tierra. Con tal fin, incrementaron la masa de su núcleo mediante hierro. Lo suministraban mediante un instrumento que llegaba a él. Lo fundieron usando una bomba atómica. Esto originó la aparición de unos polos magnéticos semejantes a los que conocían. Así lograron estabilizar la atmósfera.

Sería un proceso que duró 50 años hasta darse por finalizado. Finalmente, los colonos pudieron andar libremente. Sin la necesidad de portar oxígeno y con una gravedad parecida a la de su planeta natal. Incluso pararon el paulatino alejar del satélite respecto a la Tierra. Durante más de 200 años aprovecharon sus recursos en beneficio de todos los habitantes del planeta.

Por primera vez la abundancia era repartida entre sus habitantes y lograron que el ecosistema global se estabilizara tras el continuo expolio al que había sido sometido. Parecía recuperarse. Incluso, consiguieron la "resurrección" de plantas y animales extintas a manos de la acción del Sapiens. Pero toda esta idílica situación, ese utópico sueño convertido en realidad, se terminó de forma brusca con consecuencias insospechadas.

La extracción de materia prima se volvió un serio problema. Este era llevado a la Tierra y allí se usaba en medicina, tecnología, edificaciones,... Pero mientras la superficie de la Luna iba floreciendo su interior estaba cada vez más hueco. No tardaron en aparecer los primeros terremotos provocados por la inestabilidad de su núcleo.

Los vacíos que fueron formándose eran cada vez mayores y comenzó a hundirse sobre sí misma. Todo lo que habían creado se convirtió en una trampa. En una bomba de relojería que debía explotar en cualquier momento. Los colonos se vieron obligados a abandonar el lugar y regresar al planeta del que provenían.

Parecía que todo volvía a la calma. Pero la fuerza de la gravedad hizo que la Luna volviera a acercarse a la Tierra. Las mareas fueron cada vez más grandes. Los tsunamis cada vez más frecuentes y violentos. Pasó lo mismo con los terremotos y la actividad volcánica, la cual aumento de forma repentina y con una virulencia que nunca habían visto. Se vieron obligados a devolver el peso a la Luna y a colocarla en un punto en el que volviera la estabilidad y siguiera alejándose con normalidad.

Comenzaron a fabricar un satélite artificial que la reemplazara. Su intención era cambiar el original por este. Seguir obteniendo material de ella e ir construyendo el otro a medida que iba la primera desapareciendo. De esa manera pretendían contrarrestar otra vez las mismas consecuencias. Pero la gravedad de los dos les hizo atraerse. Una explosión de magnitudes bíblicas dominó el cielo. Un anillo de material rocoso y artificial rodeó el planeta. Las mareas desaparecieron y las noches se sumergieron en la más absoluta oscuridad. El eje de rotación dejó de ser estable y el baile que se formó hizo que empezara a desaparecer otra vez la vida. Una nueva extinción masiva estaba en ciernes.

Podría formarse otro satélite de forma natural, pero la raza humana nunca llegaría a verlo. Plantearon varias opciones. Crear otro satélite artificial. Y comenzaron a fabricarlo. Trasladar a parte de la población a Venus y Marte, que ya estaban terraformados. Y así lo hicieron. También a diferentes lunas de Júpiter y Saturno, que estaban en proceso de terraformarse. También lo hicieron. Una parte de ellos se quedaron en la Tierra bajo el amparo de la Nueva Luna.

Finalmente, tras siglos, milenios, centenares de millares de años de separación, los diferentes grupos evolucionaron de forma independiente dando origen a nuevas especies separadas entre sí. Pero tenían un eje central que les unía a su planeta de origen. El que en su momento fuera el satélite que alimentó el imaginario colectivo de lo que ahora eran.

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