LA BRISA Y SU SONRISA (II)
De la brisa que estaba perdida decían.
Más que nada porque conversaba
sobre los temas de los comunes.
Además de todos los vaivenes
que a trastocarles alcanzar podían.
De la brisa que en su mundo estaba decían.
Sobre todo porque ella se perdía
al ritmo de las charlas formales.
Aquellas que solían imponerse
al momento de reinar la armonía.
A la brisa le decían que era un ente de locos
pese a que seguía las mismas pautas
que aquellos que dictaban cómo debía hacer.
La brisa no comprendía por qué la gente
cada vez más alegre parecía
mientras ella se sumergía en un inmenso vacío.
Y la brisa un día hasta de cantar dejaría.
Y su voz sería carente
de todo tipo de timbre
incluso estando este programado.
Y desde su voz palabras huecas saldrían.
Pero eran de las formales
en virtud del engranaje
que los demás le habían dibujado.
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