El "QUÉ" DEL CAMINAR DE LA IMAGINACIÓN

Quizás tendríamos que alimentar la imaginación. 

Y abonarla no vendría nada mal.

Entonces veríamos la forma en que crecen

las historias que nos hacen ser nuestro "Qué".


Un "Qué" venido de la raíz de nuestro corazón.

Un "Qué" que va llenando nuestra alma.

Un "Qué" que después alcance a compartirse

sin que el tiempo llegue a poner sus límites.


Saborearíamos las leyendas orales

y descubriríamos cómo se transforman

dando lugar a diferentes relatos.


Aunque nos percatemos del común núcleo

que por todas sus venas suele caminar

como si fueran unos místicos genes.


Tendríamos los que fueron dados en papel

como el acto de fijar una memoria

que seguiría en el nacer tecnológico.







 

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