El concierto en un mundo sin enfermedades (VI)
Mientras Armando oteaba por la ventana fumaba de la pipa y bebía el vino. Lo hacía en silencio. Parecía meditar a la par que, de vez en cuando, sus invitados dirigían su mirar hacia él. Suspiró y se dio la vuelta dirigiéndose a la mesa con tal de coger una manzana. "Tranquilos, no tengáis prisa". Sacó un pequeña navaja que tenía en el bolsillo de su pantalón y fue despojándola de la piel con el filo. La comió en pequeños trozos que partía con el instrumento cortante. "Es uno de los pocos caprichos que suelo darme", dijo con una voz profunda, pero sin levantar el tono. Lo hizo de tal manera que casi no pudieron escucharle.
Cuando terminó de decir esto fue a la cocina. Agarró dos tazas de cerámica y la cafetera. Los llevó a la mesa y les sirvió café. "No digáis que no. Tomároslo. Os vendrá bien". Tras esto, volvió a sentarse y esperó pacientemente a que acabaran.
- Estaba pensando cómo deciros lo que tengo que deciros. Así que comenzaré desde el principio. Lo primero que tenéis que saber es que esto es otra recreación. Pero no la han creado los dirigentes ni la disidencia. Esta es obra mía. ¿Por qué? Digamos que soy una especie de personalidad que estaría en el medio de ambas. No voy con ninguno de ellos. Vivo alejado. Pero soy la pieza que hará decidiros entre liberaros o seguir atados.
"Aunque, desde mi punto de vista, todos estamos maniatados. Ya sea en cualquiera de los dos mundos o el que elegí en su momento. Y esto, por cierto, no viene a cuento. Estáis aquí porque el asunto os toca directamente. La cosa no consiste en saber de mí, ni por qué soy el que soy. Los protagonistas de esta situación, los perjudicados, sois vosotros. O beneficiados, todo depende de la decisión que toméis".
- Si esto es una recreación, ¿cómo es posible que no hayas podido comprar dulces? - Quiso saber la joven.
- No me ha dado tiempo a programarlo. Así de fácil. Pero no perdamos tiempo con esas tonterías. Os lo digo en serio. Lo importante sois vosotros. La decisión que toméis.
"Pero os diré que la manzana que por primera vez saboreaste la introduje mediante un sistema informático. Dispongo de una especie de acuerdo con ambas partes. De vez en cuando tengo la posibilidad de entrar y hacer que vuestro Destino adquiera otro cariz diferente. Por decirlo de alguna forma, la posibilidad que tenéis de elegir no se queda en la que ellos os dan. Esta se ve aumentada y el ejercicio de reflexión que haréis se vuelve más intrincado".
Aquí hizo una pausa con tal de medir el lenguaje corporal de sus invitados. Parecían pensar en lo que acababa de decir. "¿Y tú qué alternativa nos das? Sabemos del mundo que venimos y sólo un atisbo de lo que el real nos depararía. Y ahora nos vienes diciendo que hay una tercera vía. No tiene sentido", dijo ella con rabia.
- Habéis de saber que hay más en la misma situación que yo. Y procedemos de ambos mundos. Lo que tenemos en común es que somos programadores informáticos. Tanto en el mundo real como en la recreación. Por diferentes motivos, en ambas realidades, llegamos a esta tesitura. ¿De cuál de las dos provengo? De la recreada. Pasado un tiempo, y tras realizar infinidad de simulaciones, descubrí lo que sucedía. En tu caso, mi querida invitada, te pasó lo mismo por el trabajo que tienes. Pero al interiorizarlo lo desechaste. En lo que concierne a tu interés, la mal llamada «disidencia» se puso en contacto con él. Yo les llamo «alternos». El truco de la manzana fue con tal de que, poco a poco, fueras abriendo los ojos. Sólo era cuestión de dar un empujoncito con tal de que encajaran las piezas.
"La cosa está así. En caso de querer seguir en la recreación volveréis como si no hubiera pasado nada. Será mañana cuando os despertéis. Lo haréis sin recordar nada de esto. En pocos días conoceréis a vuestras respectivas familias políticas y seguiréis con lo que estaba planeado. Y sí, viviréis en la realidad hasta que vuestros hijos alcancen la mayoría de edad. Después, todo volverá a ser recreado buscando que vuelva la paz y frenar las enfermedades.
"Si decidís coger la mano de los «alternos» sucederá que mañana por la mañana despertaréis en unos laboratorios. Vuestros cuerpos serán trasladados desde vuestras casas en el mismo instante que toméis la decisión. Al despertar, seréis sometidos a una serie de pruebas médicas y os indicarán la zona en la que habréis de vivir. También pasaréis una cuarentena con tal de comprobar si sois compatibles y así poder convivir juntos. En caso de que los resultados sean negativos seguiréis vuestra vida como si nada. Os llevarán a diversas zonas en las que residen aquellos que no superaron esa fase. Ahí podréis relacionados con la gente y, si se da el caso, formar otra familia. Pero tenéis que tener en cuenta que estará prohibido tener contacto alguno con aquellos que superaron ese trámite. En el mundo exterior... ellos son de primera categoría. Los otros de segunda.
"Hasta que llegase ese momento pasaríais conmigo lo que queda del día. En caso de escoger la oportunidad que os doy pasará lo mismo. Pero con una diferencia. Lo haremos en el mundo real y podréis comprobar de primera mano cómo es. Esto puede tener una pega, pues al hacer de guía turístico aquello que os muestre puede estar sesgado por mi opinión. Si tomáis esta opción, vuestros cuerpos serán trasladados hasta el lugar en el que estoy. No tardarán ni 20 minutos. Cuando despertéis os mostraré parte del mundo. Y digo parte porque es imposible que lo haga con todo. Aunque eso sí. Será una prueba de 24 horas en la que lo primero que haremos será vacunaros. No estáis acostumbrados a lo que hay en el exterior. Una vez pasado ese plazo tomaréis la decisión de con cuál de las vías os quedáis".
Volvió a levantarse de la mesa haciéndoles un gesto pidiéndoles que mantuvieran silencio. Dio otro trago al vino y volvió a encender la pipa.
- Hay otra cosa más. La diferencia entre lo que ellos ofrecen y lo que yo hago es que podéis elegir individualmente. Cada uno de vosotros podrá tomar su propia decisión. En sus manos estáis atados. Lo que hagáis será conjuntamente. Mi oferta es la siguiente: cada uno de vosotros podrá elegir su propio camino.
Se quedaron boquiabiertos. "¿Estás hablando del libre albedrío?", preguntó bruscamente la joven. "No, estoy hablando de compatibilidad", respondió Armando. Tras mirarles de nuevo, prosiguió.
- La diferencia radica en que el camino que toméis será vuestro. Ninguno de los dos arrastrará al otro a un mundo que no quiere y que luego resulte que no podéis ser pareja. Yo os doy la oportunidad de saberlo en las 24 horas que pasaréis conmigo. Si uno quiere volver, volverá. Si el otro quiere ir a la realidad, irá. Pero en ningún caso quedaréis atrapados en el exterior sin haberlo deseado. Y mucho menos en soledad y rodeados con gentes que os serán completamente ajenas.
"Esa es la trampa que tienen acordada ambas partes. Por eso llamo «alternos» a los que se dicen disidentes. No sabéis la de gente que hay en esa situación. La de personas que son consideradas de segunda categoría. Pero en realidad son esclavos. Sirvientes de unos privilegiados por el designio de unos caprichosos dirigentes que se sirven de ellos al igual que sucede en la recreación. La única diferencia, o por lo menos que yo sepa, es que en la recreación todos tienen una vida cómoda. Y sí, las enfermedades fueron la excusa con tal de crearla a manos de unos pocos. Pero, en realidad, querían escapar de la existencia. Y todo esto es muy complejo, porque quitando a los privilegiados del exterior... más del 90% de la población mundial es esclava. Ya sea por parte de unos o por otros. Aunque estéis prácticamente toda la vida tumbados mientras contempláis un mundo idílico. Casi nadie tiene una vida propia.
"En definitiva, lo que os propongo es que podáis ver el mundo real antes de tomar una decisión. Que lo hagáis sin ningún tipo de atadura. Y desde ahora os lo digo: lo que veréis no os gustará nada. Más teniendo en cuenta las condiciones en las que vivimos los que hemos escogido este camino. Vivimos al margen, completamente al margen. Y en una condiciones extremas. Pero hemos podido elegir por nosotros mismos. Eso es lo único que puedo deciros por ahora. Por lo menos si se da el caso de que escojáis lo que os propongo".
Su interés se levantó de la mesa y ella quedó sentada. Todo lo que habían escuchado sonaba a chiste. Surrealista. "¿Cómo podemos saber que es cierto lo que nos dices?", comentó él.
- No tenéis forma. Sólo tenéis que escoger. Una vez tomada la decisión... comprobaréis si lo que digo es cierto o no.
- Quiero... quiero hacer la prueba. Quizás es un poco precipitada, pero mi respuesta va a ser sí. Creo que no tenemos nada que perder. Y si las cosas son como las pintas... tampoco tenemos nada que ganar.
Ella siguió en silencio. Parecía que aquella respuesta la había cogido por sorpresa. "Me da igual. Por ahora iré donde tú vayas. Ni siquiera tengo curiosidad por saber lo que hay. Pero quiero... no se trata de lo que quiera o no. Me da igual. Iré si tú vas..."
- ¿Qué dices? ¡Estás cayendo en el juego que quieren! ¡Debes elegir, no me sigas!
Armando le pidió que guardara silencio. "Dejala, esto también podría ser una decisión. Respondedme a una pregunta: ¿querréis venir? Responder sí o no".
- Sí-, respondió él.
De nuevo, ella guardó silencio.
- Sí, adelante -, respondió al fin. "Iré donde vayas, pero la decisión que tome será mía y de nadie más", dijo con un tono de voz que reflejaba ira.
Aquello dejó traspuesto a su interés. ¿Qué le estaba pasando por la cabeza? "De acuerdo, iremos. ¿Qué tenemos que hacer?".
Armando le tiró una mirada que no pudo descifrar. No sabía si era de furia, condescendencia o calma. Pero la recibió como si fuera una puñalada en su corazón. "Bien, quiero que os pongáis cómodos en los sillones que veis allí", dijo señalándolos.
- A continuación, os anestesiaré mediante el mismo sistema que hasta ahora han usado con vosotros. Se trata de los mismos esprays. No os preocupéis, son inofensivos. En realidad, es lo que acciona un programa informático. En este caso, deshabilitará los espacios en los que están vuestros cuerpos. De ahí en adelante, despertaréis en 20 minutos. En ese tiempo os trasladarán hasta mi casa. Estaros tranquilos. Está todo planeado. No pasará nada. Forma parte del trato.
- ¿Qué trato?-, quiso saber el joven.
- El que podáis elegir por vosotros mismos.
Tras decir esto, y habiéndose sentado en los sillones, Armando vertió el contenido del artefacto sobre los rostros de los jóvenes. Poco a poco, fueron perdiendo el sentido hasta quedarse dormidos.
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