LAS CANDENTES ENTRAÑAS EN LO ONÍRICO
Estando sumergido como estaba en aquella canción
le dio por retroceder a otras edades.
Y volvió a sentir lo mismo que sintió la vez que leyó
aquel libro por vez primera bajo ella.
Un inmenso mar de sensaciones de él se fue adueñando,
aunque sin haber siervos ni amos regentes.
Era sólamente él al son de sus pasiones surgiendo
como si frágiles flores se trataran.
Paulatinamente, poco a poco, fue introduciéndose
en un mundo de lo onírico carente de fronteras
en lo que concierne a la imaginación y sus límites.
Fue abrazado por una paz que pensaba inexistente
y que le sorprendió por todo aquel calor que emanaba
a través de lo profundo de sus entrañas candentes.
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