LA HISTORIA DE AQUEL AL QUE DIERON POR CASO PERDIDO
Le dieron por caso perdido.
Más que nada porque pretendía
ser él mismo, ser esa persona
que le guiara cada paso dado:
definir su propia manera de sentir.
Y es que sus carreteras fue creando;
y estas los bosques no atravesaban
ni iban desperdigando gravilla.
Iba caminando junto al mundo
aunque sin compartir sus maneras de reír.
Nunca fue amigo de los dictados...
y al momento de que alguien los recitara
les buscaba su significado
más allá de lo que expresaban sus frases.
Esa sería una de las razones
por las que abrazaría
una filosofía diferente a la del mundo.
Incluso dentro de la defensa de un concepto
con una voz propia
que promulgaban otras más gentes.
Y es que no alcanzaba un sentido
si la posibilidad de discrepancia
eran apartada en un lado oscuro
mientras era maniatada en las paredes.
Unas paredes que serían totalmente lisas
y pintadas con tonos oscuros.
Por ello las iría pintando con flores
y paisajes con bosques frondosos
cuyos horizontes dejaban atrás la vista.
Alcanzaría a ver sin necesidad de ver,
a escuchar sin el recurrir de oídos
y a poder disfrutar de la piel sin desnudarla.
Entonces, por todo ello, fue que sería que fuera
que le dieran por caso perdido.
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