EL DIABLO Y LA GENTE QUE NO SABÍA REÍRSE
El Diablo vino a mí.
Y lo hizo... lo hizo con un ramo de flores
y vistiendo sus mejores galas.
Decía decir que tenía algo que contarme
sobre los corazones y mi alma.
El Diablo vino a mí.
Y lo hizo con una sonrisa radiante
y vistiendo su mejor mirada.
Decía decir que tenía algo que obsequiarme
en el misterio de la sorpresa.
El Diablo me invitó a sentar.
Y sacó una caja de regalo.
Y mirándome a los ojos dijo:
"Si quieres puedes abrirla".
Pareció disfrutar del silencio.
"No te preocupes, tu alma me pertenece,
no va a cambiar nada".
Con sus manos acercó el objeto.
"Vamos, ábrelo, pues nada te podrá hacer
sin que yo le diga".
Era pequeña la caja,
pero parecía emanar un calor.
"Si dices que ya te pertenezco...
¿por qué debería de abrirla?"
El Diablo dijo que no cambiaría nada,
aunque podría sucumbir a la tentación
sin que me afectase.
Tenía sed, y bebí un poco de agua
con tal de tranquilizarme.
También su mirada aparté
con tal de centrarme en otra cosa.
"Pues sea lo que sea lo que Su Alteza quiera".
Y el Diablo se reiría con gran satisfacion.
"Vaya, me diviertes".
Tras decir esto, comentó lo siguiente:
"Podrás ser mi bufón particular;
me criticarás sin rencor...
y serás percibido como un Don Nadie.
Tu furibunda burla será ignorada
por ser un incomprendido".
Me miró de nuevo atentamente
y chasqueó los dedos.
Contemplé un palacio
lleno de gente sin saber reírse.
Comentarios
Publicar un comentario