El concierto en un mundo sin enfermedades (IV)
La introdujeron en un diminuto cuarto con cuatro paredes blancas. En él sólo había una mesa alargada en cuyo extremo estaba su interés. Su rostro seguía marcado por los golpes. Parecía inconsciente sentado en aquella silla. A ella la sentaron en otra. Lo miró atentamente. Su dificultosa forma de respirar producía un sonido estridente. Trató de decirle algo, cualquier cosa, pero un nudo apareció en su garganta y se quedó muda.
Recordaba cómo la metieron en el ascensor del edificio en el que vivía. Fueron siete pisos los que bajaron. Además de otros dos que iban a los sótanos de este. No sabía los que tenía, nunca se lo había preguntado. Una vez llegados al punto que indicaron en el marcador del aparato, la sacaron. Fuera había un coche. La introdujeron en los asientos traseros junto a su interés. A su lado se sentó uno de los individuos. "Estate tranquila, lo único que hará esto será dormirte", le dijo la misma voz que antes se había dirigido a ella. Le puso un espray frente al rostro y lo accionó. Se asustó un poco, pero poco a poco fue perdiendo el sentido.
Se despertó poco antes de que la fueran a meter en aquel cuarto. Pasados unos dos minutos de estar allí, entró alguien. Se sentó en la silla que estaba ubicada en el centro de la mesa. Aunque alargada, era pequeña. Y ambos casi podían tocar los codos de aquella persona que traía consigo un pequeño maletín. En silencio, lo abrió y sacó un par de carpetas. También un ordenador. "Aquí está todo vuestro historial de vida", les dijo mientras señalaba los papeles y encendía el aparato. "Estaros tranquilos, este trámite pasará rápido", les comentó. "Enseguida comprenderéis qué es todo esto".
- Pero...
- Tranquila, tiempo al tiempo. Además, sus heridas no dejarán cicatrices.
Tras hacerle con la mano un signo que indicaba que esperase, se quitó el casco. Bajo este estaba el rostro de un varón de unos 35 años. Era moreno y calvo. Llevaba una fina barba que concordaba con lo establecido. Sus rostro era fino y duro por una marcada mandíbula que poseía un hoyuelo. Su testa estaba completamente afeitada y esto marcaba aún más sus pobladas cejas negras. Sus ojos eran marrones oscuros. Abrió los expedientes con unas finas y grandes manos que mostraban un anillo en el dedo anular de la derecha. Fue pasando sus páginas durante medio minuto y cogió aire.
- Bien, lo primero que tenéis que saber es que todo esto es normal. Entra dentro de la lógica que ha sido construida con tal de que esta sociedad pueda salir adelante. Vuestros padres, los de los dos, pasaron por este mismo trámite antes de poder casarse. Pero la memoria que concierne a estos instantes les fue borrada.
- ¿Por qué?
- Espera. Todo a su tiempo. Esto también es una recreación. Y yo soy un Agente de la Agencia del Gobierno que vela por el buen funcionar de todo esto. Dicho lo dicho, ya habréis imaginado que, realmente, no estáis aquí.
- ¿Cómo?
- Tranquila, os lo contaremos poco a poco. Primero has de saber que él sólo va a escuchar, no le está permitido en este trámite burocratico.
- ¿Y yo?
- Vas a tener paciencia.
Se quedó pensativa. Tras observarla un rato prosiguió con su relato.
- Las dudas que tu interés sentía están programadas para que así sea. Da igual el que las tenga, pero en cada relación una de las partes las tiene. Es el primer paso con tal de saber si sois compatibles o no. Es caso de que hubieras sido tú habrías pasado por lo mismo. La única diferencia es que la paliza por ser rebelde la habría propinado otras de tu mismo género. Y sentado en esta silla habría una fémina. Cosas de la paridad de género, decían en los Tiempos Oscuros.
"Veamos... Con tal de tranquilizarte te diré que el domingo tendrás esa comida familiar. Además, podrás presentarles a tu futuro marido. No mostrará ninguna herida, dalo por hecho. Simplemente que no recordaréis nada de esto. Pasaréis unos nervios tremendos, pero todo saldrá bien. Dentro de dos semanas se invertirán los papeles. Conocerás a sus padres, a su hermano, su mujer y su hijo. Todavía tienen que cumplir con esa parte de los deberes que tienen hacia esta benefactora sociedad.
"Sólo tenéis que saber que entra en juego un factor que es completamente diferente a tal y como creéis que son las cosas. El tiempo que dure vuestro matrimonio junto a vuestros hijos no será presencial. El programa de recreación es cambiado con tal de que todo parezca más realista. Luego, llegado el momento de que los dos hijos que tengáis se independicen... El programa será alterado de nuevo. Viviréis en sitios separados pero la recreación será la misma a la que sabéis. Todo sea con tal de evitar el contagio de las enfermedades.
- ¿Entonces nunca tendremos contacto físico?
- Eso es...
- ¿Y qué pasará con nuestros cuerpos durante el tiempo que estamos criando a nuestros hijos?
- Estará en unas cápsulas que os aislarán del mundo. Toda la actividad que hagáis durante ese tiempo repercutirá en vuestros cuerpos. Una vez cumplido vuestro cometido volveréis a vuestras viviendas particulares y seréis sometidos a la recreación que os corresponde a partir de ese momento.
- No lo entiendo, ¿por qué hacen esto?
- Es muy sencillo, para controlaros y evitar la propagación de enfermedades. De esa forma han logrado que la sociedad prospere.
- ¿Los líderes viven igual?
- Sí y no. Tienes unas recreaciones más acordes a su posición.
- No me creo nada... ¿No hay nadie que se os oponga? Nada de esto tiene sentido.
- Sí, hay quienes viven al margen de lo establecido. De hecho, suponen más del 80% de la población mundial. Vuestros ancestros se presentaron voluntarios con tal de lograr la sociedad idílica. Mientes los de fuera malviven, vosotros sois unos privilegiados. Ningún mal os afecta.
- Joder, dime una cosa. La manzana que tenía sabor... ¿A qué se debía aquello?
El hombre guardo silencio. "Disculpadme un momento", comentó y salió del cuarto. Volvió a los 5 minutos. Durante este tiempo miró atentamente a su interés. Tenía ladeada la cabeza a la izquierda y parecía sonreir.
- Bien, hemos tenido que arreglar un pequeño asunto. Sigamos. Lo que a continuación vamos a hacer es seguir el proceder habitual. Vamos a llevaros a casa. Vivís puerta con puerta aunque hasta el momento no lo sabías. Al despertar iréis a trabajar como si tal cosa, pues nos acordaréis de nada. Cuando vuelvas del trabajo mirarás los mensajes y encontrarás uno de él. Te explicará el porqué de que hasta ahora no se haya puesto en contacto contigo.
- ¿Así? ¿Sin más?
- Sí. Pero hemos de tener que volver a dormiros. Será con el mismo sistema de antes.
Miró de nuevo a su interes. Parecía que seguía sonriendo. El hombre sacó el pequeño espray y lo vertió sobre rostro. Pareció dormirse inmediatamente. Acto seguido hizo lo mismo con ella. Se durmió enseguida.
Cuando despertó estaba en el salón de su casa. Se preguntó qué había pasado, cómo había llegado hasta allí. Poco a poco fue recordando. La forma en que abrió la puerta, su interés tirado en el pasillo, el bajar en el ascensor, la conversación y los secretos revelados... ¿Pero no se suponía que no debía acordarse de nada? De repente le tocaron el hombro. Sobresaltada, dio un pequeño salto, pero no gritó. Algo desde su interior se lo impedía. Notó que un rostro la observaba. Era su interés. Y todos los golpes habían desaparecido.
- No digas nada - le dijo. - Sígueme, y no hagas ruido. Tenemos poco tiempo antes de poder salir de aquí.
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