UNOS VIENTOS DESDIBUJADOS
Al llegar los vientos del sur desde el norte
la luz más brillante se volvería
cuando a los que la observaban cegó.
Transportaban una extraña
fragancia cuyos límites
alcanzaban el ocaso
en un círculo cuadrado.
Era dulce y seductora
al igual que el prado verde
que resulta disfrazado
con un traje sin dar calor.
Sus formas disimulaban ser frágiles
al tratar de mezclarse con el día
con tal de en la noche transformarlo.
Parecía tan natural el fenómeno
que no fue notado que algo raro sucediese.
Era como si lo cotidiano transformase
lo irreal en una fantasía sin su cuerpo.

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