LA FIESTA

17/XII/2018


Cada granito de arena emana olor a sangre,

se trata de la de una animal que la pisó antes,

un animal enfrentándose con otro animal

que dice poseer ese algo llamado intelecto

para enfrentarse a la par al instinto y la fuerza,

desde la "desventaja" usa la espada y la saña,

los vítores al sufrimiento son aplaudidos

igual que pasaba en el circo de los romanos.


La exposición del caido se recibe en vítores,

todos los aplausos resuenan en el Coliseo,

y el animal caido por fruto de una tradición

cuando el astado era venerado en ser divino,

se da una lucha constante entre dos lógicas,

la que busca mantener presente su legado

frente a la que lucha por detener el maltrato,

dos posiciones enfrentadas en un combate.


Y detras de todo una maquinaria constante,

la de la plata que mueve este negocio infame,

miles de bocas abrigadas por esta sangre

que disfraza una patología del más demente;

quita a todas esas bocas que puedan comer,

la amenaza estará servida en toda la mesa,

será la amenaza para la domesticación

cimentada en el miedo que padece el esclavo.



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