LA SAVIA DE LOS SENTIDOS
Solía cantarle a la vida.
Al embrujo que mana la noche
y la belleza del amanecer.
A los instantes que abrigaban con calor.
Lo hacía sin la presencia de la música,
aunque brotara de su corazón
en forma de las sentidas flores.
Las notas eran su propio querer,
lo más profundo de sus sentidos
y cada pieza que conformaba su alma.
Solía brindarle a la vida.
Al tesón que con ritmo la teje
y los arrullos en que se mece.
A la libertad sin el disfraz del preso.
Solía disfrutar con los tonos del eco
al desplazarse por la naturaleza.
Con las formas en que las paredes solían
ser la herramienta que ejercía como altavoz.
Hasta de los más diminutos sonidos
que la savia del andar solía festejar.

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