Un análisis sobre la franquicia del "Halloween" de David Gordon Green

El "Halloween" de 2018 o cómo comenzar casi de cero



14/XII/2025


Sin llegar a ser un fresco largometraje, el "Halloween" que en 2018 mostrara David Gordon Green supone una interesante revisión del ente que John Carpenter presentara allá por 1978. Sobre todo por el hecho de partir de ella y omitir lo acontecido en resto de la saga original.

Por lo tanto, arranca desde la reimaginación de un hipotético, y primigenio, desenlace que expone a un Michael Myers encerrado durante 40 años en el Sanatorio Smith's Grove. Algo que conlleva que toda su maldad esté aprisionada como si un volcan a punto de erupcionar fuese.

Durante todo ese tiempo, Laurie Strode ha estado preparándose ante el seguro regreso de Myers. Y esto desemboca en una enfermiza obsesión llevándola al alcoholismo y una nefasta relación con su hija Karen que afectará a su nieta Allyson.

Para ello, Gordon Green se rodeó, además de la icónica presencia de Jamie Lee Curtis, de Judy Greer y Andi Matichak. Sus labores desempeñadas en el eje protagónico suponen una inestimable representación de los traumas heredados a través de las generaciones.

A ellas se les une Rhian Rees y Jefferson Hall. Estos, junto a Haluk Bilginer, son la expresión de la codicia que desencadena el desastre. Y su mala praxis en el ámbito profesional que desempeñan el oído sordo ante las señales de lo que está por venir.

En medio, y siendo la natural evolución a lo visto en el largometraje inaugural, la violencia de Myers es brutalmente exacerbada. Como si al estar conteniéndose durante tanto tiempo pusiera en marcha todo lo aprendido a través del silencio que le fue impuesto.

Ello sin seguir dar una explicación de cuál es el factor psicológico que le hace ser lo que es. Y esto es una magistral prolongación de lo mostrado por Carpenter en un primer momento. Sólo el abandono es conocido, no llegamos a saber qué más hay detrás.

Pero sí está presente en cómo afectó a los demás su primera masacre. Sobre todo la forma en que repercute a la vida social al transformarse en un miedo que afecta a cada paso que da la población. En cómo se volvió el pilar de una sociedad que terminó culpabilizándose.

Y esto, en especial, se ve en Will Patton caracterizado de oficial de Policía. Su personaje es la ceguera de la sociedad ante lo que en su momento pudo evitarse y, por lo tanto, la del impotente grito de que lo mismo puede llegar a suceder al no haber aprendido de la historia.

En definitiva, la película es la metáfora de un círculo que va repitiéndose. De la advertencia ante el peligro de ignorar las señales pese a que estas estén presentes teniendo como catalizador esa fecha tan especial, y lo que supone, la festividad de Halloween.

Tal y como pueden leer, la obra es un ejercicio de psicología social. De la forma en la que la mitología repercute en el día a día, siendo en este caso su aspecto condicionante a la hora de subyugar a la sociedad ejerciendo control entre los individuos que la componen.

Es tal la contaminación habida que da lugar a relaciones tóxicas de pareja. Es un microcosmos en el cual la violencia gráfica es excelsa. Algo que está en concordancia con los impulsos encerrados que erupcionan abruptamente, tal y como hemos señalado.

Y Michael Myers es la suma de todos esos daños estando canalizados en su persona. La vislumbración de todo aquello que la sociedad ha desechado por su propio bienestar y que, finalmente, se vuelve en su contra. Es el propio monstruo que esta creo con sus complejos.

Con un presupuesto de 10 millones de dólares, llegó a recaudar más de 255. De esta manera comenzó una trilogía que aporta una nueva etiología que será desentrañada en cada una de ellas. Ademas es plausible verlas sin disfrutar de la original, pero resulta conveniente.

"Halloween Kills" y la explosión social


15/XII/2025


Decíamos ayer que el "Halloween" de 2018 era una etiología que iría desmenuzándose en las dos siguientes entregas que la seguirían. De hecho, la continuación habida en 2021 con "Kills" tiene uno de sus puntos de atención en la herencia de los traumas generacionales.

Para ello, David Gordon Green convirtió a Laurie Strode en un personaje secundario a pesar de la enorme fuerza que irradia. Su lugar lo ocupará su hija Karen mientras que, muy a su pesar, aleccionará a Allyson con los mismos métodos que en su momento renegó.

Esto teniendo los instantes posteriores al desenlace de la anterior como punto de origen. Al tratar los bomberos sofocar el incendio causado, Michael escapa dando pie a una sangrienta venganza cuyo objetivo sería encontrar y acabar con la vida de Laurie.

De esta manera, Gordon Green profundiza en lo que anteriormente mostró y va dando las claves de la psicología social que describe. Y la punta del iceberg mediante la cual lo expresa es la histeria colectiva: el miedo que durante años fue abonándose en Haddonfield.

Ante esto, el golpe maestro del que tira es recuperar a personajes esenciales en la obra de Carpenter. Vuelven Tommy y Lindsey (los niños que cuidaba Lauri) como el resultado del pánico estructural en el pueblo. También la enfermera Marion y el antiguo Sheriff Brackett.

El terror y el duelo que ha ido anclándose debido a la culpabilidad por no evitar lo que sucedió explosiona. Y esto se ve en la ira de la localidad y Myers. Este último busca su revancha. El pueblo terminar con todo. Y esto es mostrado en la impactante violencia del film.

Algo que acaba traduciéndose en tremendos errores que no dejan de ser la misma repetición de las lecciones no aprendidas. Y más teniendo en cuenta que el personaje de Will Patton exterioriza que, en realidad, son ellos mismos los culpables de todo.

Y es que él es la ceguera social que mentábamos; la que origina el mal. Esta busca en Myers el chivo expiatorio de los propios fracasos que acaban volviéndose en su contra. Y el enfrentar de esos dos componentes que son inseparables es apocalíptico.

Será así que Haddonfield se nos presente alcoholizado y drogado en plena festividad ante el intento de limar sus males del pasado. Y al tomar este un cuerpo sin avisar, su reacción es acabar con él de forma drástica sin darse cuenta que está luchando contra sí mismo.

Porque, en el fondo, el sangriento desastre que acaba produciéndose es un acto suicida. Es un batallar contra lo reflejado en el espejo que representa Myers. Y este son los miedos, duelos, dudas y culpabilidades que no llegaron a identificar pasando a estar escondidos.

El círculo que mencionábamos en la jornada de ayer habiendo de reventar por la presión que ejerce su fricción. Por lo tanto, Haddonfield es un mundo sin salida; un microcosmos inmerso en una guerra civil que solamente puede finalizar con su propia destrucción.

Y esta es la consecuencia de ser un mundo obsesionado, obcecado y obtuso. De tener la misma mirada de aquello que persigue, pues Myers lo ha heredado de él. Lo cual, por cierto, va pasando de generación en generación como una natural educación.

El resultado es el fracaso de las normas de la sociedad civil. De todos los valores que la hacen ser lo que es al ocupar su lugar los instintos más salvajes del ser humano. Un apocalipsis que partió de un grano vuelto montaña sin llegar a alcanzarse ver en el horizonte.

Y es que, en definitiva, el director realiza una advertencia sobre la fragilidad de los pilares que sujetan el mundo que nos rodea. De lo sencillo que puede ser destruido siendo este su propio enemigo al llegar a crearlos. O volcando sus propios temores hacia sí mismo.

"Halloween Ends" y el contagio de los complejos


16/XII/2025


¿Puede un pueblo superar sus traumas? ¿Seguir adelante cuando parece que ha eliminado sus males y consecuencias? Estas son algunas de las preguntas que les pueden sobrevolar después de ver el "Halloween Ends" de 2022.

Sobre todo teniendo en cuenta que David Gordon Green la centró en el terreno particular en vez de lo colectivo, tal y como hizo en "Kills". Ello con tal de dar a conocer las señales que siguió Michael Myers hasta convertirse en lo que fue.

Será que cuatro años después de la última masacre Laurie conocerá a Corey, un joven que mató accidentalmente a un niño que cuidaba. De ahí en adelante, irá recelando de él mientras este comienza una relación con Allyson.

He aquí que hemos de detallar un aspecto esencial en el film. Corey es la misma personificación de Myers. Por ello insistimos en que, a tenor de lo visto en las otras dos entregas y la de Carpenter, da las pistas necesarias para entender qué fue lo que le hizo ser lo que es.

Y estos factores, además del arrinconar social que mencionábamos como único indicio, son el acoso (lo que hoy llamaríamos «bullying»), una familia traumática o el maltrato y desprecio social. Algo inherente a la naturaleza de un Haddonfield que ve por segunda vez que le explota en las manos.

Por ello, además de supurar la falta de empatía o psicopatía que caracteriza a su pueblo, presenta los rasgos de una pareja tóxica. Algo que vuelve a repetirse en la vida de Allyson y que, en realidad, es la propia relación habida tras Myers y Laurie.

Por lo tanto, los traumas generacionales anteriormente citados están otra vez presentes. Como si fueran un trastorno genético que va extendiéndose a través de la rama femenina de una familia. Lo que una padece lo han de vivir también las demás.

Será este el motivo por el cual Karen, la hija de Laurie, fallezca en la anterior pieza. Por seguir al final los mismos caminos que renegó. Esa obsesión que fue apoderándose de su madre será lo que acabe con ella pues es el fracaso de la sociedad al enfrentarse a sí misma.

Y esta, como decíamos, es un microcosmos que vive en una tensa calma tras la desaparición de Myers. Del fruto de volver a arrinconar sus traumas y su consecuente liberación al ser volcada toda la frustración guardada en la persona de Corey.

Por lo tanto, todo ese círculo está continuamente repitiéndose. Y esto se ve reflejado en la educación. En la tirantez surgida entre las diferentes generaciones dando como resultado que hasta Myers se transforme en la máxima expresión de la mala educación.

Ello en una localidad que sigue autoengañandose sobre el hecho de que está enfrentándose a sí misma. Por ello es tan importante dar a conocer el terreno particular. Lo que sucede tras las paredes de unos hogares en ruinas y vacíos al igual que el lugar que les acoge.

Y esto es, al fin y al cabo, lo que representa Myers con su extensión hacia Corey. La falta de alma y calor de un microcosmos perdiéndose en el vacío que forjó. Son aquel aviso que mentábamos sobre la fragilidad de los pilares que conforman la sociedad.

Una manifestación que, además, es realizada de forma explícita. Mientras que en "Kills" Will Patton confesaba sibilinamente que la propia sociedad era la causante del mal, en esta ocasión es mencionado de forma literal identificando a Corey como la consecuencia.

Es por ello que Haddonfield se nos presenta como un lugar hermético y claustrofóbico del cual parece imposible escapar. Al igual que las repercusiones de su actuar, todo ha de quedar ahí. Es el particular Sanatorio Smith's Grove que sus habitantes fueron construyendo.

Y de ahí vienen las cuestiones que les planteábamos al principio. Viendo lo que sucedió, e incluso despertándose las gentes al darse cuenta que estaban enfrentándose a lo que crearon, ¿tienen la capacidad de poder seguir adelante? ¿Pueden purificar su futuro?

En conclusión, es el largometraje que ostenta el mayor peso pedagógico de la trilogía. El que por su naturaleza resulta ser el más lento por disponer de una violencia resguardada al aclarar finalmente la etiología de la psicología social que Gordon Green puso sobre la mesa.







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