LA RETAHÍLA

Hace mucho, 

bastante tiempo atrás,

que decidí romper

el espejo

que por las mañanas 

se suele aparecer. 


Quizás por egoismo.

Por esa necesidad

de que lo que ahí se ve

me posea

siendo 

tan diferente 

a lo que,

en realidad,

somos. 


Por hacer sendero

en el querer caminar. 

Por exprimir voces

que desean

calor.

Darles colores

al parqué

de las plumas,

cuerpo. 


Y no es eso. 

No es la necesidad.

Es lo diferente

al reflejo

que artificial mana 

rugiendo en la pared.


Es evitar

que esa imagen 

que de nosotros

tenemos

nos posea;

nada más

y nada menos.


Y menos aún 

la que tienen

otros

de nosotros.


Y es que según

nos describen...

somos

un espejo.


Y si se auna

con ese ser

que imaginamos...

no somos

algo real..

la Nada

es envoltorio. 


Y me hace gracia

todo ello...

no por lo que puede 

germinar,

que también,

sino por lo que de ello

suelen extraer 

los terceros...


Pero no es cosa 

de sacar pecho...

y puede hacerlo

otro cualquiera. 


En el fondo...

no hay mérito...

ni lo quiero...

es sencillo...


hacer tal cosa...

"No es complicado",

"¿qué estás haciendo?".

"Falta la rima".


La monotonía

por ello...

eso sí florece

con fuerza...

reluce

como la fuerza del Sol...

al calentar

el espejo.


Entonces...

cuánta fuerza

parece tener

ese instrumento 

del que me alejo


con paso lento

de su reflejo...


Es una especie 

de retahíla

que cruje


hasta romper lo más profundo

por lograr hacerse con uno. 

cuentocolectivo.com




 

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