La estancia y la silla (II)
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- Creo que te comenté que nos volveríamos a ver. Y como puedes comprobar aquí estamos otra vez. Haciéndonos compañía. La espera se me ha hecho eterna. ¿A tí también? No es de extrañar, fue tan agradable la última velada en la que estuvimos juntos....
De nuevo aquella diminuta y húmeda estancia. Otra vez estaba en el mismo lugar de antes. Sentado en aquella silla, maniatado por completo, recibió otro puñetazo en su cara. Esta vez en su mandíbula izquierda. Algo le decía que ya no le quedaban dientes. "Bienvenido al que será, desde ahora, tu nuevo y dulce hogar". Un zumbido apareció en su oído a consecuencia del golpe.
- No sabes lo que me ha costado sacarte del contenedor. Parece que hoy los barrenderos no pasan. Dicen que hay huelga. Pero, por lo menos, ya has comprobado lo agradable que es este lugar comparado con aquel. No te puedes quejar. Aquí no te faltará de nada, tendrás todo lo que necesites. Esto te va a doler, pero te tengo que educar con tal de que comiences a ser civilizado y podamos convivir de acuerdo a las normas que establecen a la sociedad. Por decirlo de alguna manera, vas demasiado a tu rollo; eres demasiado individualista. Hay que educarte. O mejor dicho: reeducarte.
Le reventó la mano derecha con un fuerte golpe del mazo. Se intentó revolver en aquella silla mientras sus gritos se volvían a ahogar. Mientras, notaba que se le marcaban las lágrimas al surcar su rostro. "Puedes llorar, pero esta será la última vez que lo hagas. No hay lugar para el victimismo". Esto se lo dijo mientras sujetaba su ya maltrecha mandíbula a la par que la apretaba con sus formidas manos. El dolor era inimaginable hacia todos aquellos que no habían pasado por aquello. "Bien, quédate así. Bien calladito. Únicamente hablarás cuando yo te lo diga".
Se dirigió otra vez a la mesa. Se sentó en la banqueta y se sirvió otro trago de whisky. En esta ocasión acabó la botella.
- Discúlpame por no ofrecerte nada. De vez en cuando soy un mal anfitrión. No suelo tener compañía. Y las veces que viene gente no suelo estar bastante cómodo. Tal vez por eso bebo con la intención de poder socializar. Tengo otra botella. Ya habrá tiempo de abrirla y de que puedas disfrutar del brebaje.
Estuvo pensativo durante un buen rato. Este instante lo invirtió en fumarse un cigarrillo y tomar de forma tranquila la bebida. Parecía disfrutarla. Aunque estaba seguro de que lo hacía más viéndolo en esa situación. ¿Quién era ese tipo? Tenía la sensación de que su cuerpo estaba ya hecho papilla. Abrió otra vez el cajón de la mesa y sacó una trampa para ratones. "Hay una pequeña plaga, tendré que llamar a un profesional". La puso contra una esquina de la pared. Esta tenía un pequeño agujero. Por ahí debían salir los roedores. Una enorme mancha de humedad rodeaba el orificio.
- ¿No crees que te pareces un poco a estos animales de mierda estando ahí sentado?
"¿Sabes cuál ha sido tu mayor error? Bueno, en realidad han sido dos. El primero es creerte alguien en este mundo donde el anonimato es la única forma de subsistir si no tienes un mecenas, por llamarlo de alguna manera, que te cubra las espaldas y te empuje a avanzar socialmente. Y ahí, querido amigo, está tu mayor equivocación. Desoiste todas mis llamadas a pesar de la insistencia con que lo hice. Me necesitabas, aunque tú no lo supieras. Estaba esperándote y, por desgracia, se me acabó la paciencia. Es el precio que tienes que pagar por hacerme perder mi tan preciado tiempo. Y date cuenta que no te estoy cobrando ningún tipo de interés, te está saliendo muy barata toda esa indiferencia y egoísmo con los que has actuado. ¿Se puede saber quién te crees que eres para hacerme semejante feo? Aprenderás, aprenderás a no lastimar a este que te ha querido ver florecer y comenzarás a comportarte como Dios manda. Verás que será todo muy sencillo a partir de ahora y te preguntarás qué has estado haciendo hasta ahora con tu vida.
"El segundo error deriva de todo ello. Te has creído tan importante que has soñado que eras un escritor de prestigio. Querido mío, en este mundo en el que vivimos esas cosas no sirven para nada y están castigadas con la miseria y el olvido. Deja de lado de una vez todo ese romanticismo y olvida esas constantes referencias a la censura. Eso no existe. Es simplemente un castigo porque te lo tienes merecido. ¿Qué es eso de crear historias con tal de que la gente pueda disfrutar de ellas? Es simplemente tu ego, tu maldito ego el que te ha llevado a la desgracia y yo te estaba, te estoy dando una nueva oportunidad. Imagino que no quieres acabar viviendo en cualquier esquina abrigándote con las hojas de tus escritos. Pequeño iluso, pequeño roedor maloliente. Nunca, nunca nadie ha querido leer tus historias. Todas las editoriales han pasado de tus trabajos. Ninguna las ha querido publicar. ¿No ves que lo único que conseguirían con ellas es perder dinero? Y encima has tenido la desfachatez de publicarlas por tu cuenta. Y tampoco has cosechado resultados. ¿Quién te crees que eres? ¿Te ha servido de algo todo ese cerebro del que presumes tener? Por lo menos, a partir de ahora, comenzarás a ser una persona de provecho. Y yo me voy a encargar de ello. Mucho estás tardando en agradecérmelo.
"Pequeño iluso. Mira ese pequeño ratón que va por ahí. Ha comido los restos que le acabo de dejar. Vivirá plácidamente hasta que llegue a la trampa que le he preparado. Hasta entonces estará cómodo y no sentirá miedo alguno. Después,... después pasará lo que tenga que pasar. Y tú, amigo mío, mi pequeño hamster, has acabado igual que él después de todas las migajas que te he ido dejando por el camino. De ti depende no acabar en la ratonera porque yo te he dado la oportunidad de ello. Querido, si supieras lo feliz que serás estando a mi vera. Mucho estás tardando en responderme. Vas a aprender,... aprenderás lo maravilloso que puede ser este mundo. Será por voluntad propia y estoy seguro que cada día levantarás un monumento en mi honor. Y recuerda que esto no es una novela distopica de esas que tanto alardeas haber leído. Esto es la vida real. ¿Estás preparado con tal de disfrutarla?".
Encendió una pequeña radio. De esas que dicen que son portátiles y se pueden llevar a cualquier lugar. "Es una de las mejores inversiones que he hecho en vida". Comenzó a sonar una canción. Era "Helter Skelter" de The Beatles. Cambió de emisora. "No tengo nada en contra de ellos, pero ahora no me apetece escucharlos; tampoco es el momento adecuado". Sintonizó otra. En ella Marilyn Manson hacía acto de presencia. "Los gusanos vivirán en cada huésped. Es difícil saber cuál se comió más. La gente horrible, la gente horrible. Todo es anatómico como el tamaño de tu cerebro. El capitalismo lo ha hecho así. ¡El fascismo anticuado se lo quitará! Oye, tú, ¿qué ves? ¿Algo hermoso, algo gratis? Oye, tú, ¿estás tratando de ser malo? Vives con simios, hombre, es difícil estar limpio"... El segundo disco del grupo, "Antichrist Superstar", parecía querer volverse presente a través de "The Beautiful People". Apagó el aparato. "No estoy de humor para escuchar estas sandeces".
- Resulta curioso, pero desde tu punto de vista se está convirtiendo en realidad todo lo que dice la canción. Amigo mío, yo paso de toda esta mierda. Simplemente te voy a mostrar mi amor y serás una nueva persona, alguien especial que brillará constantemente aunque no estés en mi presencia. Sé de sobra que siempre has querido volar... Y ahora podrás hacerlo. Pero no te será sencillo aunque mis acciones así lo sean. Aunque al mismo tiempo resulta todo tan complicado...
"Te voy a contar una cosa. No entraría dentro de los parámetros de lo que dicen debe ser una persona normal, y tampoco creo en la normalidad. Pero considero que debes seguir las indicaciones que te diga con tal de que seas alguien de provecho. No esa mísera alimaña que eres. Y tienes mucho potencial con tal de ser alguien brillante. Aunque debes alejarte de todo aquello que hasta ahora ha dictado tu camino. Debes coger uno nuevo, y ese te lo voy a mostrar. No es tan complicado. Con mi guía por fin podrás hacer algo productivo, y es que, querido mío, no has hecho nunca nada de ello y ya va siendo que yo lo vea después de todo el tiempo que he estado observándote. Y te diré más todavía, renacerás igual que el Ave Fénix. Y toda esta parábola, esta metáfora, la he usado partiendo de los infumables textos que has escrito. ¿Acaso crees que a alguien le pueden servir de algo? Qué equivocado estás, mi pequeño querubín. Como te he dicho antes, sus hojas no te servirían ni para abrigarte en las noches de invierno si durmieras en la calle. Iluso. Desde ahora podrás invertir todos tus esfuerzos en algo de provecho y te sentirás realizado. Se acabaron todas tus preocupaciones. Vas a renacer y yo te diré cómo vas a hacerlo. Infeliz. Eso es lo que has sido hasta ahora por no querer escucharme, por no prestarme atención, por evadirme. Todo va a empezar de cero. Mentalízate. Deja de luchar y relájate. Esto no va a durar mucho más. Siempre y cuando tú quieras".
Se reclinó sobre la silla y encendió otro cigarrillo. Observaba el techo mientras parecía pensar. Volvió su mirada hacia él. "Habrá que lavarte, das asco".
Se levantó y le arrojó un balde de agua. A continuación sacó la misma navaja con la que le había cercenado la frente y cortó sus ropas. Se las quitó. Cogió una manguera y le roció con agua a presión. Vertió jabón de lavavajillas en todo su cuerpo. Con una vieja esponja le frotó todo su cuerpo y le aclaró con la manguera. Le secó con unas toallas raídas. "Voy a encender la calefacción. Hasta que este lugar se caldee te taparé con estas mantas. No vas a pasar frío. Por si te lo preguntas, son las 9 de la noche. Y esta zona es bastante fría. Luego podrás pasar la noche de forma tranquila. Y si me disculpas, voy a cenar. Ya va siendo hora.
Se durmió en cuanto aquella persona abandonó el lugar. Le indicaron que se despertara con unos suaves susurros al oído. "Esta es solo una muestra de cómo amanecerás desde el momento en el que decidas entregarte a mi. ¿Es hermoso, verdad?".
Retrocedió un par de pasos y se cruzó de brazos. Después regresó a la silla que había ocupado antes y abrió la otra botella de whisky. Estaba guardada en el cajón de ella. "Es el último trago que me tomaré hoy, pero tú no estás invitado. Ya habrá tiempo de ello". Encendió otro cigarro tras verter la bebida en la taza y, nuevamente, se fumó un cigarrillo. Se llevó la mano izquierda a su cabeza y la frotó.
- Hoy no vas a cenar. Estás castigado. Y mañana tampoco desayunarás. Tienes que empezar a comprender el valor de las cosas. Si no hay esfuerzo ni sacrificio por tu parte no habrá recompensa. Y olvídate de despertar igual que hace un rato. No te lo mereces. Sigues luchando, oponiendo resistencia a pesar de que tendrías que haber comenzado a comprender todo. Sobre todo lo inútil de tu actitud actual y la que has tenido hasta el momento de encontrarte con mis brazos abiertos. Estás tardando mucho. Y lo vamos a hacer por las bravas. De la misma manera que un "yonki" debería quitarse de la droga. Ni psicólogos, ni terapia ni hostias. Tendrás que afrontar todo esto de golpe, tú solo, aunque me tendrás a tu lado como apoyo.
"Lo pasarás mal, pero lo superarás. Recuerda. Tú eres una nueva especie de Ave Fénix. Debes interiorizarlo desde ahora porque yo creo en ello. Sé que te convertirás en lo que tienes que ser y dejarás de lado todo ese mundo fantasioso en el que vives. Dejarás todo atrás. Renacerás. Comenzarás de nuevo. Vivirás en paz con el desahogo mental que sentirás. Pero depende de tí. Yo únicamente te ayudaré en ello, y ya estoy dándote demasiado teniendo en cuenta las veces que traté de llamar tu atención y me ignoraste.
Apagó el cigarrillo. Dio un trago al whisky y se enjuagó la garganta con ello. Lo escupió en una cesta de basura que había allí. "Mañana dejarás de ser una metáfora de esto mismo". Acabó el trago de golpe y se levantó de forma renqueante. Se volvió a dirigir hacia él con tal de volver a mirarle directamente a los ojos. Le acarició la mejilla derecha y le pasó la mano por su cabeza recién afeitada. "Un trabajo maravilloso. Hasta mañana, mi pequeño gorrión". Abandonó la habitación dejándolo allí, tapado con una par de mantas mientras el calor se iba adueñando de esta. Le dolía todo el cuerpo. No pensaba en nada. Simplemente quería dormir. Y se durmió.
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