La estancia y la silla (III)


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- Buenos días, Bella Durmiente. ¿Sabes? Hacía tiempo que no veía nada tan hermoso. Tú ahí dormido con todas las cicatrices de tu rostro iluminando este lugar. Ciertamente, pocas cosas hay tan maravillosas en este mundo. ¿Has dormido bien? Imagino que tendrás el cuerpo dolorido por la postura; ya no sé cuántas veces más he de decirte que esa no es la forma adecuada de descansar. A ver si se te empieza a meter en la cabeza, mi pequeño gorrión. Ya te lo dije ayer, no vas a desayunar. Pero si te portas bien comerás algo. Veamos qué podemos hacer hoy con tal de meterte en vereda. Tranquilo, sé que no has reflexionado nada durante la noche. La almohada la usaste para dormir, no para consultar con ella.

Esto se lo dijo sentado en la banqueta que había al lado de la pequeña mesa mientras le observaba atentamente. Se levantó despacio y la llevó hasta su vera. Ahí le acarició el hombro izquierdo dulcemente. "Voy a ponerla detrás tuyo y voy a sentarme". Cuando lo hizo le dio un beso en su afeitada cabeza. "Vaya, ya raspa un poco. Habrá que volver a pasarte la cuchilla". Acercó su nariz y fue recorriendo su nuca hasta llegar a la espalda. "Qué bien hueles, hacía tiempo que no percibía un olor tan agradable. Ojalá todas las mañanas me pueda levantar disfrutando de esta fragancia". Se levantó y se dirigió a la mesa. Agarró la cuchilla y el alcohol. "A partir de ahora esto lo tendrás que hacer tú. Todos los días, mi lindo querubín". Le volvió a afeitar con gran destreza. Nuevamente le besó, esta vez en su frente. "Qué maravilla, nunca pensé que sería tan afortunado de poder contemplar algo semejante". Puso la banqueta a su lado. "Hay que dar color al contorno de esos preciosos ojos. Están muy blancos". Recibió un puñetazo en el izquierdo. "Maravilloso, vas a quedar increíble".

De nuevo, mientras trataba de coger aire por el golpe recibido, el individuo encendió un cigarrillo tras cogerlo del paquete que había en la mesa. Vertió café en aquella abollada taza metálica y le añadió un poco de whisky. "No soy amigo del coñac, aunque lo prefiero en estos momentos. Pero no me queda. Me extraña que todavía no te presentes voluntario con tal de ir al súper a comprar. Tiempo al tiempo. Todavía estás demasiado verde". Dio un trago a la bebida. "Está un poco flojo. Me suele pasar de vez en cuando, pero cuando lo vayas a preparar tú te daré las indicaciones precisas. Ya habrá tiempo, nunca es tarde con tal de aprender". Se levantó y se le volvió a acercar. "Dame un par de minutos, ahora vengo". Salió de la estancia después de encender aquella minúscula radio. Otra vez la música sonaba en ella.

"El corazón roto de otra madre es tomado cuando la violencia causa silencio. Nosotros estamos equivocados, es el mismo cuento de siempre desde 1916. En tu cabeza. En tu cabeza están peleando con sus tanques y sus bombas. Y sus bombas y sus armas. En tu cabeza. En tu cabeza están muriendo..." Justo en ese momento, cuando acababa la frase, volvió a entrar y se apoyó sobre sus brazos mirándole directamente a los ojos. "Que le den por culo a la paz y a Dolores O'Riordan. No sabía beber y pasó lo que tenía que pasar. ¿No estás de acuerdo con esto? Bien, lo estarás. A ver si acaba y ponen otra canción. Reflexiona sobre lo que te acabo de decir". Hizo el amago de volver a golpearle, pero paró en cuanto su "convidado" hizo un gesto instintivo de protegerse del golpe. Sonrió y le dio un par de palmaditas en el hombro izquierdo. "(Tú querías) agarra un cepillo y pon un poco de maquillaje... (Tú querías) ocultar las cicatrices para desvanecer la sacudida... (Tú querías)... ¿por qué dejaste las llaves sobre la mesa?... (Tú querías)... Yo no creo que confíes en mi suicidio autosuficiente. Lloro cuando los ángeles merecen morir. Despierta (despierta)... Agarra un cepillo y pon un poco de maquillaje, oculta las cicatrices para desvanecer la... (ocultar las cicatrices para desvanecer la sacudida)... ¿Por qué dejaste las llaves sobre la mesa. Aquí vas a crear otra fábula..."

- ¿No crees que están sobrevalorados? Menuda imbecilidad, menuda mierda de canción. Y que todavía la gente piense que System of a Down son un buen grupo... Suerte, pura suerte. Eso es lo que tuvieron. No se merecen estar en el sitio que están. Pero tú, mi pequeña escultura sin moldear, te lo habrás ganado si sigues mis indicaciones. Pero antes de nada veamos qué hay en otras emisoras.

"Desátame o apriétame más fuerte, pero no quiero que me dejes así. No pararé. Me muero por tener algo entre tú y yo. Algo contigo ¡Ay, amor! Déjate de argumentos, las pláticas no te van. Si estás por mí demuéstralo ya. Tan sólo un beso sería un motivo para volver. Engánchame o suéltame de una vez. Amor, ya ves que me faltas tú. Y ahora te falto yo".

- Vaya, esto sí que es una canción. Y demuestra a la perfección toda esta situación. ¿Te suelto o me suelto yo? ¿Quién será el primero en dar el primer paso hacia un beso apasionado? Amor, creo que vas entendiendo que esta obsesión que siento por ti se te va contagiando y comienzas a sentir lo mismo. Dime, ¿me atarías y apretarías más fuerte? Tal vez seas más tradicional, digamos, en los momentos íntimos. Pero no hay nada que se pueda superar con el paso del tiempo. Hasta eso es una aventura y estoy deseando que me castigues con el mismo amor que te estoy dando. Pero esa es otra historia y ya habrá tiempo para ello. Lo primero de todo es que abras los ojos. Y que sea por voluntad propia. Estoy tomando demasiado partido y va siendo hora de que comiences a coger las riendas del asunto. Vamos a apagar la radio.

Le soltó un poco los amarres con tal de que le circulara mejor la sangre. "¿Estás más cómodo, verdad? Las recompensas hay que ir dándolas poco a poco. Y aunque quizás no te lo merezcas hay que evitar males mayores". Se sirvió un poco más de café con otro poco de whisky. Carraspeó un poco y soltó un gorgojo que escupió en la papelera. "Parece que tuviera vida. Y se la he quitado con tal de darte un poco a tí". Encendió otro cigarrillo. "Hace calor en este lugar, ¿verdad?" Se quitó la camisa dejando ver un torso y unos brazos fornidos. "Conmigo estarás a salvo de toda la crueldad que hay en el mundo". Con un gesto le indicó que esperara y salió del lugar. Cuando regresó trajo una bolsa en la que en su interior había un buzo de trabajo. "Es para tí. Habrá que vestirte, no puedes andar así por la vida. Ni se te ocurra moverte". Tampoco se le pasó por la cabeza, y mucho menos después de recibir otro puñetazo a la altura del ojo que no había sido golpeado. Semiinconsciente, notó que empezaba a vestirle con los pantalones después de soltar los amarras y volver a atárselos. Hizo lo propio con la parte superior de su cuerpo. Aún así, le dejó una de las mantas por encima. "Estas malherido. Te dije que tuvieras cuidado. No puedes coger frío en tu estado". Se volvió a sentar en la banqueta y acabo de trago el café. Nuevamente, se sirvió otro con un chorro de la bebida. "Tranquilo. Soy un ser de costumbres. No tomo nada más hasta después de comer. Y ya va siendo el momento. Te he preparado un poco de puré. Es muy nutritivo. Ten un poco de paciencia. Enseguida podrás disfrutar de él".

Podría haber sido media hora la que tardó en regresar. No estaba seguro. Tal vez había sido más; quizás no. Cuando apareció en la estancia lo hizo con un plato humeante mediante unos pasos renqueantes. No se había dado cuenta hasta ahora, pero tenía una pequeña cojera en su pierna derecha. Dejó la comida en la banqueta en que se sentaba y acercó la mesa. Después hizo lo propio con el otro mueble, dejándolo en su costado izquierdo. Se sentó, dejó la fuente sobre la mesa y le hizo un gesto para que se callara. Le quitó el amarre que mantenía la bola de "ping-pong" y se la sacó. "Que aproveche". Se resistió ante la primera cucharada de comida que le acercó a la boca. Una fulgurante mirada le hizo desistir. "Buen chico". El puré estaba algo salado, pero era suave. No podía distinguir los sabores. Cucharada tras cucharada fue ingiriéndolo todo. Después le dio de beber agua de un vaso que tenía una pajita. "¿Quieres más?". Hizo un gesto afirmativo. Sacó un tubo de pasta de dientes de su bolsillo y tiró un poco del contenido en su boca. Le dio más agua. "Enjuagate y escupe en la papelera". Esa acción se repitió dos veces más. Le puso una nueva bola en la boca y se la volvió a cubrir con cinta americana. "Sé de sobra que te duele la mandíbula por la pelota". Dijo que sí con un movimiento de la cabeza.

- Veamos. Como te dije, te conozco mejor de lo que te conoces. Sé lo que necesitas y lo que quieres. Y yo te lo voy a dar. O por lo menos una parte para que puedas conseguirlo. Todo esto, además de por no hacer caso a mis incesantes llamadas, es porque tú lo querías. Porque lo pedías a gritos sin que lo supieras. Yo, simplemente, y no sabes cuánto cuesta todo ello, estoy tratando de cumplir tus deseos. Por decirlo de alguna manera, soy una especie de Genio de la Lámpara y voy a hacer que tengas todo lo que quieres. Hasta la cosa más nimia y trivial, por mucho que ello lo parezca. Creo que, por lo menos, me merezco una sonrisa como agradecimiento.

Hizo una mueca que parecía una sonrisa. Le dio con la palma abierta en toda la boca. "No me gusta cómo lo haces. Habrá que perfeccionarlo. Pero muchas gracias de todas formas". Lo hizo mientras estaba sentado. Apenas se movió. "Déjame pensar durante un rato. Pero tienes que saber que pensar será una de las cosas que evitarás a partir de ahora. Actuarás por instinto y costumbre. El pensar únicamente te hará perder tiempo. Y en esta vida hay que actuar rápido, sin pensar. No hay sitio para el análisis o la reflexión. Dame un rato. Tienes que hacer la digestión de forma tranquila. Si quieres, puedes aprovechar a echarte una pequeña siesta. Te ayudará a aclarar las ideas".

Se quedó dormido prácticamente en cuanto salió del lugar. Cuando despertó estaba mirándolo fijamente. "Has estado durmiendo durante 5 horas, pequeño asqueroso. Pero no sabes lo agradable que es poder contemplarte en ese estado. Es la cosa más maravillosa que he visto en la vida. Pero te tengo que castigar por ello. Tienes que mecanizar el momento de despertarte". Vio que cogía las tenazas. "Hay que cortarte las uñas, puedes herir a alguien con esa actitud rebelde que tienes". Las puso sobre la mesa, la cual no se había molestado en volver a llevarla al que sería su lugar. Sacó un clavo y lo puso sobre su mano derecha. Con un golpe, tras traspasar su piel, músculos y huesos, quedó anclada en el reposabrazos. Hizo lo mismo con la otra. Y entonces le arrancó las uñas. El dolor se fue anestesiando por este mismo hasta que ya no sentía nada a medida que se las iba quitando y parecía que los gemidos del esfuerzo que realizaba se mezclaban con el del placer.

Con dos golpes de mazo en los muslos de las piernas le partió la parte ósea de estas. "Hay que andar cuando hay que andar y este no es el momento de ello". Después le partió varias costillas de su flanco derecho mediante el mismo sistema. Quizás le había llegado a perforar el pulmón. "Hay que moldear la escultura". Le volvió a mirar fijamente a los ojos. "Sufrir. En esta vida hay que aprender a sufrir y yo te estoy enseñando cómo hacerlo. Has vivido demasiado dulcemente. Y no me vengas con que tú has pasado cosas y, aunque sea diferentes a lo de los demás, no se lo deseas a nadie. Tienes que sufrir con tal de aprender a sobrellevarlo. Y sí, querido, yo he pasado también por esto, aunque de otra manera. Así me entenderás y comprenderás el amor que siento por tí. Todo lo que me has hecho sufrir. Esto es una muestra de amor puro. Sin condiciones ni cosas que dejaras por el camino con tal de sentirlo. No hay nada más altruista que esto. Es amor, mi querido y pequeño gorrión". Cogió aire y bebió a morro de la botella de whisky. La acabó.

- Antes de ir a por otra botella déjame decirte otra cosa más. He construido un castillo en tu honor. Un universo entero que se va expandiendo sin cesar. He cruzado montañas con tal de encontrarte. He nadado mares enteros, te he soñado, te he llorado y te he gritado. Amor, no sabes el daño que hiciste al no contestar a mi llamada. Pero tranquilo. Todo pasa. Y ahora estamos juntos. Tienes el cielo ganado, pero tienes que hacer más sacrificios. Tal y como yo los hice. Y esto también lo he sacado de tus estúpidos escritos. ¿Te han servido de algo? ¿Qué has ganado con ello? Sólo una cosa, y aún así casi la pierdes por estar cegado por ellos. Me has tenido siempre ahí y me ignoraste. Olvídate de todo ello. No debes volver a ello ni aunque quieras reflejar todo el calor que ya estás empezando a sentir por mi.

Al regresar abrió la botella y dio un trago a morro. Fue rápido hacia él y le asestó otro puñetazo. Esta vez en el estómago. No podía respirar. Cuando recuperó el aliento le miraba con una sonrisa. "Nunca creí que pudiera realizar semejante obra de arte. Pero antes de acabarla tenemos que hacer una cosa. Debemos ir al hospital. Allí darán los últimos toques a mi creación sin que se den cuenta de ello. Vas a quedar precioso". Le soltó. No opuso resistencia. Le sentó en una silla de ruedas que había en una esquina y le empujó hasta el montacargas. "Sé que no vas a intentar escapar. Ya no lo deseas". Le introdujo en el interior del elevador. Tardó un poco en llegar hasta la salida de este. "Vamos a ir en furgoneta. No hace falta que hagas nada más. Podrás dormir durante el viaje, si quieres".

Una vez en el interior del vehículo puso la radio. "Vaya pesadilla. Corriendo con una bestia detrás, dime que es mentira todo. Un sueño tonto y no más, me da miedo la enormidad donde nadie oye mi voz. Deja de engañar, no quieras ocultar que has pasado sin tropezar. Monstruo de papel, no sé contra quién voy. ¿O es que acaso hay alguien más aquí? Creo en los fantasmas terribles de algún extraño lugar. Y en mis tonterías para hacer tu risa estallar. En un mundo descomunal siento tu fragilidad..." Arrancó y se pusieron en marcha.

- Podrías pensar que está canción de "Nacha Pop" puede describir toda esta situación. Y que al final el sentimiento que nos profesamos ha triunfado pese a todas las trabas que había hacia él. Pero en realidad, o eso dicen, trataría de la inmensidad del universo. ¿No te recuerda a tus inútiles escritos? Se supone que Antonio Vega era un apasionado de la astronomía, las matemáticas y otras tantas estupideces. Y que ello lo reflejaba en la estructura de las canciones y sus letras. Asqueroso desgraciado, no era más que una mente débil y frágil que estaba destinada a acabar como acabó. Se veía venir. ¿Un genio? Otro igual que tú antes de conocerme y tenerme a tu lado. Cariño, convéncete de una vez que tú hubieras acabado igual que él. Son 10 minutos de trayecto. Enseguida llegaremos.

Aparcó y se bajó de la furgoneta. Luego le sacó. Despacio, mientras controlaba que no hubiera nadie en los alrededores, le empujó durante unos 300 metros. Conocía el hospital al que le había llevado. Estaban en su parking. En una de las zonas más oscuras y aportadas. No apareció nadie. "Te voy a dejar en la entrada y me voy a ir como si nada. Nadie se va a enterar de que he estado aquí. Le dio un beso en la frente. "No sé cuánto tiempo estarás ingresado, pero te cuidarán. Estaré en todo momento pendiente de tu recuperación. Si me necesitas lo sabré, así que no hace falta que me llames". Siguieron avanzando. Se paró un momento. Observó que no hubiera nadie y le dejó en la puerta de Urgencias. "Hasta pronto. Te espero, mi pequeño gorrión".


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