LA LLUVIA Y SU ARMAZÓN

La lluvia, con su soleado armazón,

tiene la virtud de sanar, y de purificar, 

paisajes; también algún corazón.

Pero estos últimos lo deben, tienen, que desear. 


Resulta un bálsamo increíble 

posarse debajo de esta

y sentir que ella resbala 

por cada reducto de piel. 


El alma bate sus alas

ampliando los horizontes

que parecían esconderse 

en una frugal mañana. 


Se suele asemejar a la explosión

de las flores cuando comienza la primavera

y tornan todo tan colorido

que los mismos colores parecen una deidad. 


Tanto será que, hasta su fragancia, 

una entrada parece 

a lugares desconocidos,

o que nos fueron ignorados,

en pasado, presente

y las jornadas que están por llegar. 

pattynes.com




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