La historia en la que aparece el Guadiana pero este no tiene casi importancia
labrujulaverde.com
08/II/2018
Dicen que cuando el río suena,... agua lleva. El Guadiana y otros similares se esconden durante un trecho, más largo o más corto. Algunos tienen aguas calmadas y se oyen poco, dicen.
Los ríos como el Guadiana desaparecen. Se esconden y vuelven a aparecer.
Posiblemente, alguien no sepa dónde. Que sólo conozca el sitio en el que el caudal está seco y ese por el que vuelve a aparecer. Podría ser, nada es seguro, dicen. Nada es neutral, comentan.
Desaparecen y vuelven aparecer desde las sombras. Igual que la roca trasladada por las corrientes o aquellas flotantes de ciertos desiertos.
Son ríos con fuerza, resistencia. Con vida. A veces en las luces, otras bajo tierra. Muchos ojos los observan siguiendo su dirección. La vida que emana de ellos, la que se ocultan en ellos. Pero pocos los entienden realmente.
Hasta el más sabio dicen que dice que nunca se sabe nada de los ríos. De su vida, de las vidas; porque afirma que cada día sabe menos. Que el querer saberlo le hace saber nada. Que morirá sabiendo nada, pero orgulloso de morir aprendiendo.
En las orillas grava: antes eran de piedra grande. Musgo en las rocas, animales salvaje. Y el más ignorante, al final, es el más sabio porque no sabe de nada ni nadie. Nunca creyó en tiempo perdido, sino aprendido. Aunque sólo aprendiera a escucharse a sí mismo y al viento.
Del viento aprendió a oir voces lejanas que le llegaban al oído de otros sitios, de otras personas. Leía las voces de esos mensajes. De su tono, ritmo, tonalidad, alegría, tristeza, amor, dolor, pasión, confulación,... ¿O ese era el sabio?
Ninguno de los dos se creyeron sabios. Ninguno creyó creer saber. Ninguno de los dos dejó de aprender. El río, sólo el río, parecía saber. Y nunca les negó el aprender, escuchar, hablar, dormir o perecer.
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