¿QUIÉN CONOCE A QUIÉN?

Puede que me veas en un autobús.

Quizás deambulando por las calles.

¿Qué calles? ¿De dónde? ¿De qué lugar?

Quizás no lo sepa ni yo.


Aunque al tirar por seguro

estaré dando pie a mis cábalas.

Puede que no te sean importantes,

pero fijo que también lo haces tú. 


Quizás serán cosas de la vida.

De lo que en común todos tenemos.

Aunque algunos digan lo contrario.

Será cosa de la vida y sus vertientes.


Quizás sean cosas de la rutina. 

O de algo que suelen sumergirnos.

De un ego que no es disimulado

por el disfrutar de poseer a la gente.


Pero quizás me veas sin llegar a verme.

Que me contemples con un disfraz vestido

al que tu impresión diera forma.


Eso suele ser de lo más normal.

Mucho más común de lo que a creer llegamos;

o por lo menos eso también lo dicen.


Dicen, dicen. ¿En serio alguien se conoce?

¿Podemos conocer al de nuestro lado

si nuestra alma algo nuevo nos guarda?


Por lo tanto, me ves y no me ves.

Te veo, pero no, no te veo.

¿Quién le conoce a quién

si caemos en nuestras impresiones?


¿Y si quisiéramos transformarle

qué mostraría nuestro espejo?

¿Esa sería tu piel

o la del otro sin emociones?







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