LA IMAGINACIÓN DESEMPOLVADA

Ves correr el agua del río.

Imaginas el contacto de ella en tus pies,

pero no osas sumergirlos

por el pánico que supone el enfriarte;

aunque disfrutes de la naturaleza.


Por ello, observas su recorrido

tratando de imaginarte

cómo habrá de ser su llegar a la costa.


La forma en la que se mezcla con la arena

originada mucho antes

de que fueran nacidos los simios.


O quizás ese río mismo.

Proyectas cómo serían de diferentes

cada lugar escondido

y optas por el dibujarlos lentamente;

aunque sea en un viejo papel con arrugas.


Hasta podrías describirlos con finas palabras

incluso sin haberle dedicado antes

ningún tiempo a semejantes menesteres

ante la sorpresa del misterio.


Y todo por no pretender sentir la frescura

de lo natural mientras quitas el lastre

a la imaginación que usar decidiste

casi sin siquiera saber cómo.







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