LA VELA QUE SOLÍAN PRENDER

Érase una vez una vela un tanto personal.

Y por curioso tenía su fuego,

ya que de ella no era proveniente.

Lo mismo pasaba con la cera que guardaba.


Érase una vez una vela un tanto curiosa.

Desde ella emanaba un raro calor:

parecía que nunca iba a agotarse.

Y eso que todo ese fulgor no le pertenecía.


Resultaba que no venía de ella.

Provenía de distintos lugares

y les iba sacando su fruto.


Era como si los exprimiera...

eso solían comentar algunos.


Y con ello iba formando un Todo... 

donde se reflejaba La Nada.


Esta acababa ocupando El Vacío

en un gigantesco recipiente

vuelto en una balsa diminuta.


Pero solía prender bajo el agua...

Eso era la cosa más curiosa.

Aunque esta fuera de los océanos.

Incluso en la arena de desiertos,

bajo ella, con fuerza solía emerger.


Nunca llegó a apagarse su llama.

Incluso cuando estaba apagada.

Aunque aquella no fuera algo propio

incluso al provenir del corazón.

Era una vela que solían prender.








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