QUÉ MARAVILLA...
Qué maravilla sentir el amor…
de una sonrisa sincera,
del calor de los abrazos,
de una risa tan familiar,
del recuerdo del pasado,
de una noche imperecedera,
de lo embriagado en la pasión.
Qué maravilla sentir el amor…
con su rara capacidad
de poder parar conflictos,
con la extraña facilidad
de parar la respiración,
con la tierna luz que emana
capaz de unir raros lazos.
Y es que lo irrisorio, o nada tal vez,
que conseguí aprender de la vida
es que no pasa un día en el que se descubre algo nuevo.
Maldita será entonces esa maldición
que nos embruje y logre hacernos creer
que con las múltiples experiencias
transpirando por la piel somos sabedores de todo
y no nos perderemos ante lo nuevo.
Entonces… me resulta tan triste
ver cómo disfrazan con su forma
los caminos que dan pie a las guerras…
cómo su presencia en religiones
se usa en forma de escusa barata
en acabar otras o la propia…
cómo el amor hacia las naciones
permite el consumir de las otras
o el asesinar en nombre de ellas…
Se puede encontrar en actos
que tan nimios nos pueden resultar...
una caricia de consuelo
o un simple apretón de manos,
esos “¿qué tal estás?”,
un chiste que de pie
a dolor en el abdomen,
en el sexo oral entre la
pareja que sin dominio se ama,
en el prestar un abrigo
con el que combatir el frío,
en ofrecer agua
al que tiene la sed,
en escuchar sin interés.
Y me pregunto si aquellos
que pretenden que de ello no se hable,
los que intentan silenciarlo,
si de sentirlo serán capaces
y qué son capaces de hacer
cuando ven señales de ello
o sopesan que no son acordes
en estándares “correctos”,
si las entrañas se les encogen
y la furia les invade.
Una luz dando calor
en la tempestad
con la forma de abrigo.
Algo presente
desde que llegamos a este mundo;
los primeros pasos,
simplemente, de ello necesitan.
Confianza, calor, fantasía.
Que no nos quiten
eso mismo que nos alimentó
pasito a pasito.
Que no se abra camino la crueldad
ni tampoco la avaricia.
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