Ayuso y "El Hundimiento... de la Atención Primaria", de Víctor Clavijo

El actor ha satirizado a la Presidenta de la Comunidad de Madrid por sus palabras hacia el colapso sanitario logrando un éxito que va en aumento

filmanity.com

Una de las cosas más serias que el Ser Humano ha inventado es el humor. Sus diferentes variantes, ya sea mediante la escritura, la sátira de la tira cómica, los monólogos o un producto audiovisual, han servido a la largo de la historia en pos de criticar lo establecido en el bien común, a los dirigentes políticos o de alguna esfera institucional, el día a día,…

Por ello mismo, una sociedad democráticamente madura y sana debería ver con agrado sus diferentes matices. De hecho, está amparado bajo la libertad de opinión y expresión, además de la relativa a “la producción y creación literaria, artística, científica y técnica”, según el apartado “b” de la Constitución Española de 1979.

Luego, si esa sociedad, tal y como se ha mencionado anteriormente, es “ democráticamente madura y sana” habrá cabida en ella la posibilidad de discutir sobre lo apropiado o no del contenido de las “guasas”. Estar o no estar de acuerdo, de eso se trata. Aunque también habría que mirar en qué momento se daña el honor de las personas, o si se cae en casos de injurias o calumnias.

La raíz del asunto radicaría en el momento en que se comenzara a originar un clima de tensión por el contenido de ello. Discutir, por supuesto, que por eso se supone que estamos en una democracia, de la cual, por cierto, cada uno puede y debe tener su propia opinión. El problema está en cuanto se accede a un círculo vicioso de demandas y la ley se convierte en la brújula de la sociedad.

Porque no lo olvidemos. Estas, las leyes, están creadas con el propósito de marcar los límites hacia los desacuerdos cuando no se llegan a ellos, marcar las pautas del “castigo” por un acto condenable socialmente o, entre otras cosas, la posible previsión de algo o una finalidad educativa. Aunque no por ello la sociedad debe permitir ser tutelada, vigilada o dirigida por estas. La educación debería bastar hacia ello.

Y es que es en esos casos cuando se entra de lleno en una sociedad con tintes autoritarios que acabarían por teñir por completo el traje. Y entre las primeras víctimas suelen estar los humoristas, los actores, los músicos, periodistas, escritores,… Así da comienzo un proceso mediante el peso de la ley que suele acabar en los tribunales y que busca acallar, silenciar a las personas.

Por ello mismo, cuando todo esto empieza a sentirse habría que empezar a plantearse qué está mal en la sociedad y cómo es posible que esté sucediendo. Lo más curioso suele ser que se da en etapas de crisis financieras y que, en una sociedad occidental como esta, ha sido permitido y aceptado el uso común de la crítica en tiempos de bonanza económica.

También por ello mismo es palpable el uso del llamado “populismo” entre los partidos políticos de cualquier sesgo ideológico y los mandatarios institucionales. No nos tendría que extrañar que un político tire de demagogia pueril y acuse a los sanitarios de ser responsables del colapso de la Atención Primaria Sanitaria de Madrid.

Lo grave es que esas acusaciones las haga la Presidenta de esa Comunidad Autonómica, la popular Isabel Díaz Ayuso. Es de lo más normal que los integrantes de la Sanidad, sus trabajadores hayan montado en cólera y organizado protestas después de escuchar las palabras vertidas por Ayuso. Como también es normal la reacción de la ciudadanía en contra de ellas.

También habrá gente que las apoye, es de lo más razonable en una sociedad democrática en la que las diferentes opiniones tienen cabida y no se impone una actitud mediante el peso de las mayorías absolutas, el peso de la ley u otras actitudes. Aunque, la verdad sea dicha, muchas veces parece que prima más el beneficio económico de empresas y particulares que los del ciudadano.

Es natural que las redes sociales se hayan vuelto un canal en el que expresar la opinión. Aunque no deja de ser sorprendente, y gratificante por la versatilidad y originalidad creativa, la respuesta que a Ayuso le ha dado el actor algericeño Víctor Clavijo. Para ello se ha servido de una de las escenas más icónicas de “El Hundimiento”, el largometraje que el alemán Oliver Hirschbiegel estrenara en 2004.

Ayuso caracterizada de empleada de "McDonals" (lasexta.com)

Posiblemente, la figura de Adolf Hitler, exceptuando a Charles Chaplin en “El Gran Dictador” (1940) o Robert Carlyle en “Hitler: El Reinado del Mal” (2003), pocas veces ha sido tan majestuosamente escenificada como por Bruno Ganz. Para la posteridad ha quedado, sobre todo, la escena en el bunker pidiendo explicaciones a los dirigentes del Partido Nazi por la ya más que palpable derrota de Alemania en la Segunda Guerra Mundial (1939-45).

Y es de esa misma escena de la que se ha valido Clavijo con tal de escenificar la “pataleta” de Isabel Díaz Ayuso por las colas habidas en los centros hospitalarios a la hora de vacunarse. “Que no den vueltas a las manzanas, que entren por la puerta. ¿Es más fácil, no?”. Pregunta Hitler-Ayuso cuando le comunican que la gente tiene que hacer eso mismo con la finalidad de hacerse una PCR.

Es en ese instante, cuando le comunican que cerró 41 centros de salud y despidió a 7.000 sanitarios, monta en cólera acusando a estos de no querer trabajar y montar una conspiración en torno a él/ella, además de señalar que sus vidas le pertenecen y deben “arrimar el hombro” hasta que “no quede una gota de sangre en sus cuerpos”.

Llega a afirmar que también les ha dado lo que querían; es decir, cervezas y conciertos de Nacho Cano “para tenerlos contentos”. Añade que los que enferman lo hacen por “joderle”, que si quieren vacunarse mediante antígenos lo hagan en las farmacias y aprendan medicina en tutoriales de “Youtube” si no hay medios; además de querer que “todos los españoles” se saquen el título sanitario.

Todo ello, y más, en apenas 2 minutos y 19 segundos que están cargados de fina, directa y ácida crítica hacia la privatización de la sanidad y la descara falta de “autoinculpación” por lo sucedido. Y es que, al fin y al cabo, le habían votado para ello. Salud, cerveza, “lo quieren todo”,… él /ella ya no puede más, para después preguntarse si tiene que pensar en todo.

Se trata de una auténtica maravilla en cuanto al doblaje. Clavijo lleva a cabo una excelsa labor que es rica en matices, tanto en los diferentes registros vocales, cambios de tonalidades, suavidad y agresividad,… Todo bien engrasado, compactado, y causa verdadero pavor cuando se usan efectos simulando la voz del Fürher traspasando las paredes y es escuchada en los pasillos.

El actor, conocido por sus participaciones en “El Ministerio del Tiempo”, “Hospital Central” o “Prim, el asesinato de la Calle del Turko”, ya fue protagonista en las redes sociales cuando ironizó sobre las palabras de Pablo Casado, actual presidente del Partido Popular, sobre sus declaraciones hacia la energía solar en este noviembre.

El dirigente popular acusó a “la izquierda” de no gustar de la energía nuclear, la extraída del carbón, del gas o la hidroeléctrica, además de quejarse de que los molinos dañarían el paisaje. Según él, únicamente les gustaría la solar, pero a las ocho de la tarde la utilización de esta no sería viable por lógica, ya que sería “de noche”.

El de Algeciras contestó mediante Twitter que a Casado debió “sorprenderle abrir el grifo y comprobar que hay agua…”, si ese día no llovió. Su comentario, realizado el 14 de noviembre, se volvió viral y alcanzó 20.000 “me gusta” y fue compartido más de 3.700 veces en apenas 20 horas, según detallaba The HuffPost el 15 de noviembre.

En esta ocasión, en el momento en el que se publica este texto, el video de Clavijo, que está disponible en su cuenta de Twitter, cuenta con más de 405,8 mil reproducciones, 15,9 mil “me gusta” y ha sido “retuiteado” otras 8.675. Es un perfecto ejemplo de lo beneficioso que puede ser el humor y la ironía hacia la crítica social.

Aunque ahora habría que comprobar cómo puede sentirse la aludida hacia su caricaturización en la persona del austriaco. Si lo considera un acto de protesta legítima en lo que se da a llamar “normalidad democrática” y se lo toma con sorna. O si, por el contrario, pudiera interponer una demanda incidiendo en que se podría haber dañado su imagen y honor e, incluso, por injurias y calumnias.


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