EL BOSQUE VICIADO

 

Esa sensación le pareció paradójica.

Empujado por la atracción

que siempre notaba por los bosques

se dirigió a aquel frondoso

que plácidamente burbujeaba

la vida en todas y cada una de sus esquinas.

Pero había algo muy extraño.

Resultaban viciadas sus partes;

nunca vio algo parecido

en todas sus largas andaduras

a través de senderos

que iban por líneas

marcadas en el tiempo

o fueron el producto

que luego lucían

por los duros esfuerzos.

La atmósfera… su atmósfera se veía muy extraña.

Recordaba a aquellos cuentos

donde los males se hacían presentes

alrededor de un pantano

u otro paraje que rezumara

agrupadas todas las desgracias que existieran.

Pero, casi al mismo tiempo

que todo aquello le venía en mente,

notó el florecer de una flor

mientras sus pétalos alargaba

dándole un vivo color

a aquellas tierras

ahora con un corazón

palpitante con fulgor

y que irradiaba

la luz en cada rincón.

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