Dédalo, Ícaro y Iron Maiden con Teseo por medio

La banda plasmó su particular visión del mito en "Flight of Icarus"



Pocas presentaciones habrán en el mundo del metal que sean tan conocidas como la de Nicko McBrain cuando entró en Iron Maiden. Es por ello que hemos de retrotraernos a mediados de mayo de 1983, fecha en la que se publicó el álbum Piece of Mind. ¿La canción con la que arrancaba el trabajo? Where Eagles Dare. Junto al Painkiller del mismo título de 1990 por parte de Judas Priest supone una declaración de intenciones de los dos bateristas, además de la señal de una nueva dirección en ambas bandas. Nicko sustituía a Clive Burr. Scott Travis hacía lo mismo respecto a Dave Holland. Pero no vamos a hablar de ello, pero sí de volar. Algo que ellos lograron hacer con ambas agrupaciones; aunque, en un principio, no parezca estar relacionado con el contenido del siguiente texto.

En concreto, tiene que ver con el mito griego de Dédalo e Ícaro. He ahí que podrán asociarlo con el concepto de vuelo. Con las ansias del Ser Humano por poder realizar esa acción casi exclusivamente reservada hacia las aves. En lo que refiere a la Época Moderna, y aunque el portugués Bartolomeu de Gusmão presentara su aerostato en 1709, los hermanos franceses Montgolfier fueron los ideólogos del primer vuelo tripulado en globo el 19 septiembre de 1783. Los pasajeros fueron una oveja, un pato y un gallo. El 21 de noviembre, Jean-François Pilâtre de Rozier y François Laurent d'Arlandes recorrieron 13 kilómetros siendo las primeras personas en surcar los cielos a través de ese sistema. Casi un par de calendarios después, Rozier y Pierre Romain inaugurarían la lista de fallecidos en la aeronáutica al tratar de cruzar el Canal de la Mancha el 15 de junio de 1785. El aparato se desinfló.

Dédalo, Ícaro y Teseo


¿Pero qué tiene que ver esto con la leyenda del ateniense y su hijo? Antes de nada, pongámonos en contexto y recordemos un poco su historia. O mejor aún, ¿cómo fue que Dédalo llegó a convertirse en el arquitecto del Laberinto de Creta, en el cual estaría encerrado el Minotauro? Pues acabó allí tras ser desterrado de Atenas y, finalmente, fue acogido por Minos, el Rey de la isla. ¿Qué fue lo que hizo? Tiró a su sobrino, y aprendiz, Perdix por el acantilado de la Acrópolis. ¿Por qué? Por celos ante los avances en sus inventos, entre los cuales, por ejemplo, estaban la sierra y el compás. Por fortuna para el joven, la Diosa Atenea lo vio caer y le salvó la vida. Para ello, lo convirtió en ave. Y a esta, a esa especie, se la comenzó a conocer como perdiz en honor a su figura.

Pero claro, en este punto llegamos a un factor clave, ¿cómo fue que Dédalo e Ícaro acabaron siendo encerrados en el propio laberinto que el primero había ideado? Fue su castigo por ayudar a escapar a Teseo. En concreto, el inventor le habría revelado a Ariadna cómo salir de él. Ella fue quien entregara al joven el famoso hilo mediante el cual pudo fugarse. Como recordarán, la joven era hermana del Minotauro. El monstruoso ser era fruto de la relación entre Pasífae y un toro blanco. Después de que esta le expresara su atracción por el animal a Dédalo, este recreó la figura de una vaca. En el interior de ella estaría la mujer, pudiendo así satisfacer sus deseos carnales. De esa unión nació una criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Tras ello, el ser fue encerrado en el recinto que Dédalo forjó.

Ahora volvamos a Teseo. 18 años después de sacrificios continuos hacia la criatura, el heredero de Atenas llegó a Creta. Estando frente a Minos se enamoró de su hija, Ariadna. Y el amor fue correspondido. Pero el futuro del joven pasaba por ser otra ofrenda más hacia el monstruo. Y es que se había presentado voluntario ¿Con qué propósito? El de acabar con el diezmo de siete féminas y siete varones que mandaban desde su tierra. Esto se debía a que su polis fue derrotada por aquella en la que se encontraba después de que el Rey cretense le declarara la Guerra. Su hijo Androgeo, tras vencer en unas pruebas olímpicas en la propia Atenas, fue asesinado. El tributo a pagar fue anunciado por el Oráculo de Delfos. Y claro, la única forma de evadir la trampa del laberinto en el que se encontraba la bestia sólo la sabía su artífice, Dédalo.

El Minotauro y su importancia


Pero hagamos un pequeño impasse y adentrémonos un poco en el territorio del Panteón Griego, en cómo tomaron partido algunas de sus deidades. Ya hemos mencionado a Atenea en el caso de Perdix. Pero Poseidón también tuvo algo que ver. Sobre todo en el caso de Pasífae y el nacer del Minotauro, quien, por cierto, se llamaba Asterión, igual que su abuelo paterno. Resulta que, como muestra de agradecimiento en su ayudar a acceder al trono, el Dios del Mar le pidió a Minos el sacrificio de un toro blanco que le ofrecióPero al ver su belleza, el monarca no pudo hacerlo y se decidió por otro de su propiedad. En represalia, la deidad hizo que su mujer se enamorara del primer astado. Tiempo después, y al ver la forma en que la bestialidad de la criatura crecía, el Rey pidió socorro a Dédalo.

Posteriormente, el inventor y su hijo fueron encerrados en una torre con todas sus necesidades cubiertas, pues el primero, tal y como hemos comentado en más de una ocasión, era la única persona que sabía cómo salir del laberinto. ¿Pero qué significado extraemos del Minotauro y su cárcel? Por un lado podemos concluir que su inhumanidad es fruto de la misma sociedad. Esta le arrincona por miedo a lo desconocido y le hace vivir en una condiciones terribles. Tal es así, que junto a las vejaciones que podría llegar a sufrir, es alimentado únicamente una vez al año y, después, pervive con la carroña que sobra. Aislado, su rabia hacia el mundo también va en aumento. Pero, en realidad, no deja de ser el reflejo de unos tiempos pasados, de los anteriores a que Minos ostentara el poder. Es, en sí, el recuerdo de lo que una vez fueron y no quieren tener presente. Es la metáfora de la misma negación de las raíces y tradiciones que les hicieron ser lo que son.

Es por ello que hay un matiz muy importante que no hemos nombrado antes. Cuando Androgeo muere ya estaba construyéndose el Laberinto. Por lo que, aunque el Minotauro sería una pequeña criatura, todavía existía la posibilidad de que su suerte hubiera sido diferente. Y en esto tiene que ver el odio de Minos hacia los atenienses. El joven fallecido era la llave que aunaría pasado, presente y futuro haciendo que se complementaran. Esto habría hecho que el Rey, incluso con suspicaciastratase con más humanidad a Asterión. Y es que este, por la fatalidad de los sucesos, se alimentaba de otra cultura mientras era la misma negación del pasado de la suya. Por lo tanto, la muerte del joven no sólo lastra un futuro de paz y convivencias entre las dos polis, también la personificación presente, y el aprendizaje, de las raíces que les hicieron llegar hasta allí. Ese era, en realidad, el castigo de Poseidón.

Ego, rebeldía y juventud


Vayamos, entonces, al tema de Dédalo e Ícaro. Encerrados como estaban en la misma construcción que el mayor había diseñado, deciden escapar. Quizás Teseo ya había atracado en Atenas dando lugar al inesperado, y luctuoso, desenlace de su padre Egeo. Y es que este le dijo a su vástago que, en caso de salir triunfante de su lid, cambiara las velas negras de su embarcación por una blancas en señal de victoria. Por desgracia, este no cumplió con su palabra. Ariadna, que había escapado con él, fue abandonada en la isla de Nexos. Todo apunta a que se habían casado allí mismo. Tal vez fuera una consecuencia de sus acciones, pero el ateniense olvidó cambiar las telas. Y en otro giro del Destino, ya años después, y tras reinar en su ciudad provocando la muerte de su hijo Hipólito por un malentendido, marchó a Esciros. Sobre su final se dice que fue lanzado al vacío por el Rey de esa tierra, Licomedes. También que cayó de forma accidental. Parecido a su padre, quien se arrojaría a las aguas del hoy llamado Mar Egeo.

Pero sobre Dédalo e Ícaro, ¿cómo podrían dejar atrás semejante fortaleza? Sólo tenían una alternativa y esta era salir volando, pues Minos controlaba tierra y mar. Por ello, recolectaron una ingente cantidad de plumas con tal de construir una alas. Pero estas eran de dos tamaños. Así que decidieron unirlas de formas distintas. Las más grandes irían unidas mediante hilo. Las pequeñas, con cera. Finalmente, mediante una sutil curvatura, les darían la apariencia de las extremidades de las aves. Resaltaremos en este momento un aspecto: el hilo como representación del Destino. Este era el material con el que las Moiras trazaban el devenir de las personas y del cual no podían escapar. Por lo tanto, según el pensamiento de la Grecia Antigua, las consecuencias de las acciones de estos dos, y las de Teseo, siempre estuvieron fijadas. Incluso teniéndolo entre sus manos sin poder llegar a descifrarlo.

Pero el futuro de Ícaro guarda una pequeña reflexión, aunque para llegar a ello narraremos su lance. Una vez armada su herramienta de fuga, ambos, padre e hijo, logran ascender hacia los cielos en prueba del ingenio de Dédalo. Pero antes, como reflejo de la educación paternal, el inventor le enseña cómo ha de volar y le hace una advertencia: no debe hacerlo demasiado bajo, pues el agua del mar mojaría las alas. Tampoco muy alto, ya que, al estar cada vez más arriba, el calor del Sol derretiría la cera. Es así que comienzan su camino hacia la libertad. En esa travesía por la cual emulaban a las aves, y en la que desafiaban el mismo lugar de los Dioses, dejarían atrás las islas de Samos, Delos, Paros, Lebintos y Calimna. Pero la emoción invadió el corazón del hijo. Comenzó a ascender pese al aviso de su padre. Tal y como le dijo, la cera fue derritiéndose hasta que las plumas se cayeron impidiéndole volar. El joven moriría ahogado cerca de lo que hoy se llama Icaria. Fue nombrada así por su progenitor en recuerdo de él.

Consecuencias prefijadas por el Destino


Lo que la historia de estos dos griegos nos cuenta son los efectos negativos de la rebeldía juvenil. Pero tiene otro aspecto que es crucial. Si se fijan en lo que hasta el momento les hemos mostrado, en un principio, padre e hijo disponían de todo tipo de comodidades bajo el manto de Minos. Aunque para ello tuvieran que pagar un alto precio: carecían de libertad, pues estaban encerrados en una torre. Ello porque Dédalo era el único sabedor de la salida de su obra. Por lo tanto, lo que aquí se nos muestra es la lucha que enfrentan por seguir siendo ellos mismos. Vale que estén ahí por el asesinato de Perdix, pero todo el bienestar que les ofrece Minos no es nada si carecen de libertad. Por ello, deciden ayudar a Teseo montrándole a Ariadna cómo salir. ¿Qué llegó a pensar el Rey? "¿Así me lo pagáis? ¿Con todo lo que he hecho por vosotros y sólo recibo la traición? ¿No vivís sin que nada os falte?". Qué mejor castigo que perecer en aquello mismo que habían construido.

Es entonces que la alegoría del vuelo expresa las relaciones paterno filiales. Por un lado, Dédalo es la muestra de la paciencia y experiencia. Ha vivido mucho y sabe que cualquier movimiento en falso puede lastrar su objetivo. Además, bastante tendría con haber arrastrado a su hijo a su mismo castigo. Un destino que, como hemos comentado, está escrito en el hilo de las alas que crearon. Él sabe que tiene todo el tiempo del mundo por delante, pero teme que su hijo esté ansioso por vivir, por disfrutar. He ahí su constante aleccionar sobre los peligros de precipitarse, de llevarse por la pasión. Aunque sepa que el camino de los dos está escrito por los Dioses y no hay marcha atrás. Por lo tanto, Ícaro es la imprudencia de las edades más jóvenes y la exaltación que sienten cuando están ante algo nuevo que les llena. Ante algo con lo cual se sienten libres. Pero poco podría imaginar que esa libertad es lo que le llevara a su trágico, y predestinado, final. ¿Escuchamos a nuestros padres cuando somos jóvenes o sólo les oímos, si es que no son ignorados?

Es así que Teseo e Ícaro nos muestran las dos lados de una misma moneda. El primero se ve obligado a cargar con el honor y deber, con el nombre de la familia. Por ello, se presenta voluntario como ofrenda al Minotauro. Está en la obligación de acabar con él por el legado que representa. Pero será subyugado por el embrujo del amor juvenil. Además, un despiste hará que su padre pierda la vida en un claro ejemplo del no medir las acciones. Todo esto repercutirá en un futuro, cuando mata a Hipolito al dejarse arrastrar por las palabras de su mujer Fedra al disimular esta sus deseos hacia su hijastro (véase también su conexión con el hecho de abandonar a Ariadna). Finalmente, el ocaso del futuro Rey es parecido al de su padre en una trágica concatenacion de sucesos. Por su parte, Ícaro desoye constantemente las advertencias de su progenitor. Estando siempre a su vera, como si de una educación sobre protectora se tratara, cae en las garras de la novedad. Su necesidad de más y más, como si una droga fuera, le llevará a su trágico desenlace. Entonces, Dédalo descubre las consecuencias de sus actos, en especial la de la envidia, pues haber quitado la vida a su sobrino acarrea la mancha, y el fin, de su propio legado.

Iron Maiden y la traición de Dédalo


Por lo tanto, nos encontramos con dos relatos moralizantes que, al mismo tiempo, tienen el factor del Destino griego en su telón de fondo. En ellos se promulga por el respeto y veneración hacia los padres, mientras que recalcan la importancia de la repercusión de los actos. Pero estos están sujetos a los hilos de las Moiras, por lo que es una evocación hacia el "lo hecho, hecho está". Ello siempre analizándolo con el prisma actual y reservando una de las canciones del Piece of Mind de Iron Maiden que comentábamos al principio: Flight of Icarus. Compuesta por el vocalista Bruce Dickinson y el guitarrista Adrián Smith, trata el mito de Ícaro desde una perspectiva alternativa en la que, además de representar la rebeldía de la juventud, está presente el componente de la traición. Y esto último, al ser sumado a lo anterior, es lo que empuja a que el desenlace sea igual de trágico en lo que concierne al tradicional.

Aunque su contenido está restringido, Dickinson dio una explicación en 2021 a Rolling Stone sobre su significado. Por lo tanto, y partiendo de lo recogido por American Songwriter respecto a esa entrevista, el británico dio una vuelta a la historia. En ella, Ícaro se volvía la víctima de Dédalo. Es decir; si en lugar de evitar los males haciendo lo que se le dice, ¿qué pasaría si un padre le diera alas y volara? Por ello, la imagen del anciano contemplando al joven sería el inventor, quien le alecciona a ir más y más y más allá. Aquel, sumergido en un completo éxtasis, gritaría a los cuatro vientos, además de a la multitud congregada para observarle, que volaría cada vez más alto. Sería entonces, cuando comienza a darse cuenta de que la cera de las alas se derrite, que descubre que su progenitor le ha traicionado. Y es que, a sabiendas, o no, de lo que sucederá, le va indicando que se alce cada vez más logrando que su sensación de éxtasis vaya en aumento.

Ante esto, podemos concluir que la impresión que Ícaro sentiría es similar al efecto de las drogas. En especial cuando su uso supera al individuo y se ve atrapado por ellas. Esta fue una de las causas por la que el baterista Clive Burr (1956 - 2013) tuvo que dejar la banda. "Le vino demasiado grande", comentó en 2020 Adrian Smith a The Metal Voice. El alcohol y peleas con Esteve Harris hicieron que Nicko McBrain ocupara su lugar después de acudir al funeral de su progenitor. Por su parte, el cantante Paul Di'Anno (1958 - 2024) lidió, además de con la bebida, con otras sustancias. Esto hizo que su rendimiento en directo decayera y fuera sustituido por Dickinson antes de grabar el The Number of the Beast de 1982. Paulatinamente, la Dama de Hierro lograría volar con estabilidad, no sin ciertos altibajos, a lo largo de toda su carrera. Y es que, en el fondo, la leyenda de Dédalo e Ícaro también es una clara advertencia sobre los peligros del ego y las desastrosas consecuencias que acarrea.


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