LA MONTAÑA DE RABIA Y FURIA

Alimentaba su rabia

desde su propia hambre;

un hambre por poder

reírse de sí mismo

en su caminar por los días.


Alimentaba también su rabia

en noches de calor,

pero porque las transformaba frías.


Alimentaba también su rabia

cuando se pone el Sol,

pero porque lo volvía en la piedra. 


Alimentaba su furia

desde su propio arte;

un arte que tener

escondido al mundo

hasta cuando él lo quisiera.


Alimentaba su rabia con su furia

en un plato que parecía un cóctel

cargado de múltiples colores

que relucían por su brillo.


Alimentaba su rabia con su furia

en un jarrón que parecía un poster

cargado con muchas imágenes

que carecían de algún tono.


Era tal su rabia, era tal su furia,

que lo dominaban por completo.


Era tal su rabia, era tal su furia,

que le germinaban en su cuerpo.


Y estas florecían marchitas

manando un olor pútrido

que provocaba que se alejase

cada ser que osara acercársele.


Tan corrompida era la fragancia

que formaba un vacío inmenso

en varios kilómetros extendiéndose.


Tan ulcerosa era su presencia

que creaba un pozo profundo

sin que su límite pudiera apreciarse.


Además, su agua estancada

soltaba gases de ácido

que originaba que se marchase

todo aquel que osara vislumbrarle.


Tanto le alimentaba a su rabia, y toda su ira,

que formó una montaña imposible

de escalar para los otros. 


Tanto le alimentaba a su rabia, y toda su ira,

que nunca podría llegar a ascender

la montaña que construyó. 









Comentarios

Entradas populares de este blog

Un agujero negro en la oficina

VIAJANDO POR EL ESPACIO

LEGO lanza un cortometraje de "Tiburón"