MARTE
22/X/2019
Puede que un día andemos por las áridas
tierras de Marte de la misma forma
que dicen que lo hicimos en la Luna:
comprobando su gravedad más baja
mientras se puede contemplar la Luna;
también el planeta sobre el que gira.
Podríamos percibir sus ventoleras
y sus cambios en la temperatura
para saber por qué el Dios de la Guerra
otorgó su apelativo al planeta:
podría ser una inmensa temeridad
caminar por sus inmensas colinas.
Igual el hielo todavía resguarda
pequeñas especies llenas de vida.
Una alta presión podría ser la causa
que origine el calor al poder crearla.
Podría ser que de su nucleo provenga,
pero son teorías no verificadas.
Debido al silencio de sus llanuras
sabríamos el poder de las palabras:
tan complejas en su naturaleza
sobreviviendo a las distintas Eras,
evolucionando igual que las plantas
enraizando a lo largo de la Tierra.
Y estas pueden ser bastantes discretas,
cargadas de absoluta virulencia,
del amor profundo por su pureza.
Incluso tan repletas de la rabia
hacia las palabras que son contrarias
que disfrazan la forma de las guerras.
En ese momento son practicadas
como el arma de la fausta censura
dentro del ornamento de su homilía,ñ
Respiran por el sitio de las horas
que dentro de los relojes caminan
hacia aquella meta que está dictada.
Ese silencio de grandes ventiscas
también trae tiempos de profunda calma
donde se invertirían esas Épocas:
esos conceptos se podrían alterar
igual que la cara de una moneda
con toda la vergüenza de la Nada.
Puede que un día andemos por las áridas
llanuras de la extrema desvergüenza
al no recordar ni a Marte o a la Luna,
pues quemamos, incluso, las palabras
de aquellos que no se les quería escuchar
platicando algo que era tan similar.
![]() |
Imagen de archivo |
Comentarios
Publicar un comentario