LAS EMOCIONES PREFIJADAS
A vueltas con lo más cotidiano,
las voces se suelen contraponer
al silencio que nos concede paz.
También sucede del revés,
que los silencios se impongan
sobre las palabras y sus cuerpos
dando origen a las duras
calaveras sin las pieles.
Imaginemos el escenario;
si es que este en su labor por envolver
lo permite en su cotidianidad.
Imaginémonos la imposibilidad
de disfrutar del frescor de un vallle.
Ello porque nos empujan a ello.
¿Dónde ha de quedar su espontaneidad?
Digan qué naturalidad hubiera de tener.
El ser o no ser. ¿Qué queda entonces de nuestro ser?
¿Qué queda del valle y su mirada?
O los ojos con que lo miramos.
Quizás nos remitan un resumen
que de forma fidedigna lo describa.
¿Pero qué conlleva lo de fidedigno
si cada cual ostenta sus sensaciones
en círculo más que particular?
¿Darían por buenas las descripciones
que les pretenden interiorizar?
¿Qué formas habrá de tener su alma
sin sentir sus propias sensaciones?
¿Qué tipo de paz se presentaría?
Imaginen qué serían sus emociones
si estas han de seguir algo prefijado.
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