LA HISTORIA DEL HOMBRE FLACO Y ROTO
Érase una vez un hombre roto.
Érase un hombre cansado de la vida.
A veces soltaba pestes.
En otras algo más fuerte.
Érase una vez un hombre cano.
Érase un hombre gastado por la vida.
A veces estaba inerte.
En otras no tenía suerte.
Érase una vez un hombre flaco.
Érase un hombre cercado por cada día.
A veces estaba ausente.
En otras no podía verse.
Érase una vez un hombre
que afirmaba sentirse embrujado
al que quisiera escucharle.
Pero aunque quisieran
no parecía percatarse.
Pero aunque asintieran
no parecía cerciorarse.
Érase una vez un hombre
que contaba sentirse cansado
al que deseara escucharle.
Pero aunque así fuera
no parecía percatarse.
Pero aunque ocurriera
no parecía que lo viese.
Érase una vez un hombre
que solía contemplar el mundo
sin nada que le gustase.
Pero si pasaba
solía cambiar el enfoque.
Pero si sucedía
rogaba que así no fuese.
Érase una vez un hombre
que podía vivir en un castillo
pero lo convirtió en lumbre.
Esta es la historia del hombre roto,
de aquel que estaba cansado de la vida.
De aquel que cuando soltaba pestes
cada vez lo solía hacer más fuerte.
Esta es la historia del hombre flaco,
de aquel que estaba cercado por cada día.
De aquel que a veces estaba ausente
y que en otras no podía ni verse.
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