Tras el 41 cumpleaños de Amy Winehouse

Logró revolucionar el mundo musical con su mezcla de soul, jazz y rhythm and blues

Amy Winehouse (X)

18/IV/2021

Cuántas veces escucharía este disco. Lo hacía en silencio. Con la única compañía de unos auriculares que aislaban la música hacia el exterior, pero que servían a la perfección con la intención de poder apreciar esos matices que se pierden, o pasan desapercibidos, al hacerlo en alto.

Siempre me dio la sensación de que se trataba de un trabajo mucho más redondo que el anterior en lo que se refiere a elaboración; su "Frank" de 2003 (y a la postre el primero). Sobre todo en ese aspecto intimista mediante el cual la británica iba desgranando su personalidad y la oscuridad en la que parecía estar inmersa su vida.

Y es que esta londinense, 1983-2011, no sólo consiguió revolucionar el mundo musical con esa mezcla de soul, jazz y rhythm and blues a la que añadía el rock mediante sus dos únicos discos de estudio. Su segundo, y último ("Black to Black", 2006), provocó tal terremoto por su calidad que las réplicas que tuvo su caótica vida personal la encumbraron aún más al estrellato después de fallecer a consecuencia de una intoxicación etílica.

Entró así de lleno en ese triste club que tienen aquellos músicos que fallecen a una edad de 27 años. Atrás quedaron sus 6 Grammys (uno de ellos póstumo) y las desastrosas actuaciones que protagonizó en directo en el tramo final de su carrera.

Una maravillosa oscuridad ambiental


La verdad es que con el paso de los años pienso que su primer álbum tiene una calidad semejante a este a pesar de que se notaría ese factor, el de no haber editado ningún disco, en el aspecto de que sus temas no tienen una conducción tan redonda como este. Da la impresión de que si las canciones cambiaran de posición el álbum no tendría sentido.

Además, esa tonalidad oscura en la producción, que por momentos parece recordar a un disco de rock por la fuerza y tenebrosidad que emana debido al contenido de las letras, queda perfecta como vehículo conductor a la hora de mostrar la personalidad de la cantante.

Los instrumentos encajan a la perfección. Todos tienen su protagonismo y brillan de la misma forma de lo que se supone lo más importante en un producto así: la voz de la cantante. Una Amy Winehouse que se nos muestra segura de su rango vocal, sabiendo perfectamente la manera en la que debe trabajar sus recursos a la hora de enfatizar con el contenido de las, en más de una ocasión, truculentas letras.

Y es que este disco que cuenta con la autoría de la cantante en todos sus temas, y fue producido por el británico Mark Ronson y el estadounidense Salaam Remi, por desgracia, tuvo un inmenso tirón en cuanto a ventas se refiere tras el decesos de esta, llegando a alcanzar los 16 millones en 2018.

Confesando una infidelidad 


Para la posteridad quedarán temas como este, “You Know Im No Good”, que fuera el segundo “single” elegido con la intención de dar a conocer el discó en Irlanda el 5 de enero de 2007. Al día siguiente haría lo mismo en el Reino Unido.

Compuesto por la propia Amy y Mark Ronson, la cantante confiesa al que era su pareja una infidelidad advirtiéndole que él mismo sabía que “no era buena”. El videoclip que lo acompaña, el cual fue dirigido por Phill Griffin, complementa de forma visual la historia que narra mediante unos tonos oscuros que combinan a la perfección con el sentimiento de arrepentimiento.

También la rabia que destila la voz de la cantante a la par que resume esa tóxica relación explicando la situación o escenas de la pareja. Todo ello dentro de un ambiente proveniente del cine negro, aunque sea en color, y un componente psicológico que enfatiza perfectamente los movimientos de las cámaras y los planos fijos utilizados.









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