"Alien Romulus": mucho ruido y pocas nueces

Se trata de un capítulo más que no aporta a la franquicia

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Si hasta la fecha no han visto ninguna de las 6 películas que conformaban el universo de "Alien", les recomendaríamos la última entrega de la franquicia: "Romulus". Más que nada porque se trataría de una agradable manera de invertir sus casi dos horas de duración en lo que podríamos describir como un mero producto de consumo de entretenimiento. Por contra, si son seguidores de ella se podrán llevar un más que perceptible dolor de cabeza. Ello pese a la espectacularidad del largometraje dirigido por Fede Álvarez y su intento baldío de unir todas ellas dando como resultado un sinsentido que hará que se lleven las manos a su testa.

En sí, la forma en la que el uruguayo comienza reflejando el totalitarismo de la corporación "Weyland-Yutani" acaba convirtiéndose en un espejismo. Su visión sobre la falta de escrúpulos de esta da paso a unos personajes fríos y nada desarrollados que hacen aguas por cada uno de sus poros. Ni siquiera la intención de resucitar al androide Ash (Rook en este caso) otorga consistencia a las intenciones de la compañía. La recreación de la figura de Ian Holm (1921-2020) mediante tecnología digital parece un insulto a quien interpretara a Bilbo en la saga de "El Señor de los Anillos" de Peter Jackson. Además, su psicopatía mostrada en "El octavo pasajero" enmudece lo que podemos apreciar en este largometraje.

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Este arranca en 2142, poco después de que la "Weyland-Yutani" recuperara el cuerpo del xenomorfo que había arrasado con la tripulación del "Nostromo" 20 años antes. En determinado momento, Rain (Cailee Spaeny) recibe el aviso de Tyler (Archie Renaux) sobre su propósito de ir al planeta Yvaga III. Su intención es escapar de las condiciones de explotación, miseria y servidumbre a las que la compañía les somete. Pero para llegar hasta ese lugar "Terra transformado" necesitarán 9 años; y combustible para la crionización. Y este se encuentra en la nave "Romulus-Remo", la cual orbita la colonia minera "Jackson's Star" por razones que desconocen.

Una vez allí, poco tardarán en descubrir el porqué. Y los desastres que ocurrieron en ella debido al ansia de poder de la empresa. Irremediablemente, se verán sumidos en una lucha por su supervivencia en la que nos mostrarán los experimentos de esta llegando a incluir factores clave en las precuelas de "Prometheus" y "Covenant". Aunándolas con el resto, el anteriormente nombrado sinsentido da como fruto una historia que parece estar dirigida al público adolescente que disfrutaba con el cine de terror de la década pasada. Incluso "Alien Resurrection" (1997) llega a enriquecer su universo mientras que "Romulus" sólo aporta un episodio más.

Por lo tanto, no esperen encontrarse una Ellen Ripley o Elizabeth Shaw. Ni siquiera a Daniels. Las dos personalidades encarnadas por Sigourney Weaver y Noomi Rapace marcaron un hito en la historia de la ciencia ficción. Incluso el papel interpretado por Katherine Waterston es recordado con cariño por cómo afronta la dificultades pese a lo defenestrada que fue "Covenant" (2017). Pero por mucho empeño que le ponga Cailee Spaeny es tan superficial el personaje de Rain que su trágico pasado no logra que el espectador se identifique con ella. Que sienta empatía hacia la lucha que afronta. Sería muy egoísta compararla con las tres actuaciones citadas, pero es que aquel que vea la película no interiorizará sus sentimientos.

A esto tampoco le ayuda la pretendidamente tierna, y arquetipada, coyuntura que rodea a Andy, el humano sintético interpretado por el británico David Jonsson. Menos aún el rebuscado sentimentalismo queriendo pretender que parezca que el androide sufre de algún tipo de discapacidad intelectual. Además, Jonsson tenía que lidiar contra las caracterizaciones del ya mencionada Ian Holm, la de Lance Henriksen bajo la piel de Bishop en "Aliens" de 1986 y Michael Fassbender siendo David. Asimismo, su programada empatía y altruismo hacia Rein se asemejan a una simple caricatura de estos atributos si entramos en el terreno de las odiosas comparaciones siendo centradas en la Annalee de Winona Ryder de 1997.

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Entonces, vamos a poner un poco (o algo más) la mano en el fuego por las dos entregas que dicen que son las más pobres de la franquicia. Tanto "Aliens 3" (1992) como "Resurrection" tienen unos personajes secundarios que son recordados pese a las malas criticas que pudieron recibir. En el caso de "Romulus" pasarán sin pena ni gloria. Son planos, artificiales y, a pesar de la experiencia vital que atraviesa uno de ellos siendo aspecto fundamental de la trama, no consiguen hilar los diferentes aspectos de la historia. Esta flojea constantemente y sólo es salvada por la espectacularidad de las escenas de acción mientras se le suma la increíble sagacidad que a la hora de usar la falta de gravedad en su beneficio muestra Rein en colaboración de las directrices que tiene prefijadas Andy.

Y es que el guión forjado por el propio Álvarez y su compatriota Rodo Sayagues parece estar metido con calzador. Sus continuos homenajes se suceden uno tras otro a través de recreaciones que se dan prácticamente habiendo comenzado la proyección. Cada una de las entregas tienen cabida dando como resultado escenas, diálogos y situaciones forzadas que carecen de toda naturalidad. Por decirlo de alguna forma, estas corresponden a las más icónicas de cada una y parecerían esas ocasiones en que alguien ha tratado de colocar de manera obligada las piezas de un puzzle en un lugar incorrecto con tal de finalizarlo.

Por fortuna, y si exceptuamos lo que hemos comentado sobre Ian Holm, la obra presenta un ejercicio visual espectacular. Los efectos especiales y la fotografía son algo magnífico. Pero a pesar de ello, la sensación de claustrofobia que de antemano se le supondría a un trabajo como este es inapreciable. El uso de las sombras no alcanza su cometido quedándose su función en agua de borrajas. En cuanto a los planos, los cuales son elaborados con finura, no alcanzan su propósito a la hora de plasmar una historia que da la impresión de ir dando saltos debido a su falta de consistencia.

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Tratándose de un producto de acción, deja de lado los conceptos filosóficos y religiosos de "Prometheus" y "Covenant". También el cariz de superioridad moralizante propio de un régimen totalitario omnipresente que presenta la "Weyland-Yutani" a lo largo de la franquicia. Y las pocas ocasiones en que lo muestra lo hace de soslayo, asemejándose a la figura de un bufón en alguna Corte que está endiosado por su posición mientras no se da cuenta que no le prestan atención. Ni siquiera sus diatribas sobre la clonación, creación de nuevas especies y atajos en el proceso evolutivo son explorados en lo extenso que resulta su metraje.

Ante esto, y teniendo en cuenta que Ridley Scott figura como productor, nos queda la duda de si será posible una continuación. Esto sería algo carente de sentido alguno, pero la buena asistencia del público a las salas de cine podría empujar a ello. Será que después de tiempos pandémicos estamos necesitados de entretenimiento y un esfuerzo intelectual que cierre la saga de "Prometheus" está más más allá de las posibilidades del intelecto social. Aún así, hemos de comentar que, incluso, el bochornoso "crossover" de "Alien VS Predator" (2004), y su continuación de 2007, por lo menos, aportaban una interesante mitología a su engranaje.


















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