EL MONSTRUO DEL ESPEJO

Y contempló su imagen en el espejo.

Su deseo era experimentar

con algo que oyera anteriormente.

Así que centró su mirar

en aquel que habría de ser su experimento.


Concentrarse le supuso un gran esfuerzo.

Más aún de lo que pensaba.

Debía dejar en blanco su mente

y, pacientemente, aguardar

a que tomara el lugar lo comentado.



Y casi sin que se diera cuenta

su imagen iría deformándose.


Se quedó blanco. El sudor frío

de cada parte de su cuerpo fue apropiándose

sin que pudiera hacer nada.

Pero lo que vino después le hizo estremecerse. 


Aquella imagen le gritó.

Y el grito era de rabia. De una cólera hirviente

que quebraba la realidad.

El cristal se rompió. Y lo tuvo delante, en frente.  


Su cuerpo fue adquiriendo volumen

y pretendió tocarle la cara.



Trastabilló al ir hacia atrás

mientras trataba de huir de eso

y se cortaba con los cristales

esparcidos por el suelo

impregnando el lugar con su sangre.


Esa criatura gozaba

con el terror del momento,

con el sufrimiento en su florecer

que le servía de alimento

mientras resultaba ir inflándose.



Finalmente, le acariciaría la cara

y sintió el nauseabundo hedor

de su aliento susurrando a su piel.


Tras sentir unas arcadas

vomitaría sobre sus pies.


Le calmaría dulcemente. 

Sus ojos irradiaban paz. 


Pero seguía sintiendo la maléfica 

naturaleza del monstruo

que parecía estar excitándose.



"Al fin, después de tanto tiempo

volveremos a ser...

volveremos a ser el Uno...

lo que nunca debió quebrantarse 

buscando la individualidad.

Sabes que sin mí... No eres nada.

¿De qué te ha servido revelarte?

Estoy aquí. Se terminó el miedo.

Volveremos a ser...

¡La recreación de lo perfecto!"

clarin.com


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