Esto no es una historia más sobre "Interstellar"

Esa masa gris no para de aprender en un contínuo proceso hasta que de por finalizada su función

03/IX/2020

tenor.com

Tan paradójico es el Ser Humano que parte desde una célula a la que se le acopla otra para comenzar a desarrollarse hasta el momento en que vea la luz y siga después hasta detenerse y desgastarse poco a poco. Partiendo de ella se logra crear un envoltorio con sus distintos órganos de los cuales el central de todos ellos parece ser el cerebro; esa masa gris que consigue que el mundo se le presente a través de sus ojos y el resto de sentidos.

Lucha no sólo frente al mundo exterior. También contra lo que hay en su interior. Incluso ante el mal funcionamiento que sus distintas partes puedan tener a partir de cierto instante. Y pensar que dicen que algunas civilizaciones antiguas veían el corazón como el sitio donde habitaba el alma de los individuos. ¿Se preguntarían aquellos individuos de épocas pretéritas lo que ocurría dentro de su cuerpo? ¿Intuirían que su cuerpo no sólo luchaba contra enfermedades, sino que también era el anfitrión de otros seres que se han acoplado a la vida en su interior y le ayudan en su día a día?

Es tan paradójico que ese cerebro no sólo consigue ordenar a las distintas partes del cuerpo en determinado momento y circunstancias. Lo hace con muchas acciones que, desde el exterior, desde nuestro intelecto, o tal vez ego, nos parecen imperceptibles y las tomamos por automáticas. Esa masa gris no para de aprender en un contínuo proceso hasta que de por finalizada su función. Aunque puede que también, por las circunstancias que fueran, llegue un momento en que todo ese constante aprendizaje se pare y se desaprenda todo lo aprendido.

Tal vez en aquellos tiempos las enfermedades fueran el presagio del mal estado del alma del convaleciente. O el ataque de algún demonio que intentaba llevarlo, seducirlo o arrastrarlos por las Sendas de lo Oscuro, de lo Maligno. Porque, si nos fijamos, nuestro cuerpo no sólo es partícipe del ecosistema en el que vivamos, también del planeta, y al igual que nosotros en él, nuestro interior no deja de ser un pequeño universo. Un mundo. Un ecosistema con vida propia a la que se han amoldado seres que en algún momento se adaptaron a la vida en nuestro interior. También nuestro cuerpo.

Forman parte de los momentos en los que se hace la digestión, por poner un ejemplo, al igual que los distintos organismos propios que en él habitan en lo que parece ser un complejo equilibrio que puede romperse por algo proveniente del exterior o por algo de él mismo. Un pequeño planeta en nuestro cuerpo dentro de un planeta. Una pequeña paradoja en lo paradójico y curioso que puede resultar a ser este mundo.

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