EN SUS MOMENTOS DE RECREO
Guardaba sus momentos de recreo.
Aquellos en los que se encontraba
consigo mismo y recuperaba
la misma esencia de su ser
oculta en alguna parte.
Le servían para encontrarse
y averiguar lo que le quedaba
de corretear por las calles siendo niño.
Muchas veces le parecía un espejismo,
el contenido de una fábula
que habrían inventado sobre él.
El producto de un juego macabro.
Entonces, cogía aire y respiraba
mientras observaba las montañas
soñando con volver a ser
un aventurero en ciernes.
Aún así, muchas veces se preguntaba
si no sería aquello un sueño;
simplemente los anhelos
que el cansancio hace florecer.
Si no sería más que una simple fantasía
surgida de los agobios;
un escape del instinto
con intención de proteger.
Pero sabía que ya no era un niño.
Así que sus recreos escaseaban
en cada transcurrir de las horas
con naturaleza interminable
en muestra de opaco escaparate.
Sin nada que reflejase
parecía una mancha de pintura
con la que disimular un agujero.
Y este resultaba ser más que profundo.
Era tan enorme su inmensidad
que llegaba a estremecerse.
Pero también le confería valor.
Y las ganas de aventuras volvían
con unas energías renovadas,
por lo que volvía a ponerse
del explorador su traje.
Entonces iba, cogía y se levantaba
aunque no tuviera un rumbo
anteriormente fijado
y sin miedo al anochecer.
Incluso, por momentos, hasta se le reía
al hecho de haber pensado
que podía ser un adulto
cuando supuraba niñez.
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