LA FAMA DEL DIABLO
Buscaba, el Diablo ansiaba un abrazo.
La fama que había cubierto su ser
le hizo vestirse con la soledad
que por las calles le hacía compañía
siendo su único faro la Luna.
Y esta le miraba desde lejos
estando temerosa del aura
que por los milenios fue creándose.
Entonces, al Sol solía llamarle
por el pánico que la figura
formaba en aquellos que lo vieron.
Pero desconocían un asunto.
El Diablo un ser sacrificado fue
en el formarse de la sociedad
y ese sufrir soportarlo debía
en la oscuridad más absoluta.
Fue elegido.
Esa penitencia
fue un acuerdo
que le supuso aislarse
en la soledad perenne.
Y en ella del mal la imagen
en su persona presente
en el filo
de cada sentencia
del Divino.
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