CASI SIN ESFUERZO, CASI SIN PROPONÉRSELO
Desde la vorágine de las tormentas
tienden a resguardarse las flores
casi sin esfuerzo, casi sin proponérselo.
Y con el Sol los pétalos abren
casi sin esfuerzo, casi sin proponérselo.
Y al momento en el que reluce la brisa
es cuando van soltando su polen
casi sin esfuerzo, casi sin proponérselo.
Y sonríen cuando ven a otras crecer
casi sin esfuerzo, casi sin proponérselo.
Lo llevan a cabo sin pretender nada,
aunque sepan que inundarán con lo bello
los más variados paisajes,
incluso siendo salvajes.
Alcanzan a hacerlo en los desiertos,
pero la pena sufren por no poder alcanzar
los que son congelados paisajes.
Más sabiendo que en otras edades
estos estuvieron a rebosar de la fauna
que fue volviéndose algo marchito.
Por ello, suelen soñar con la esperanza,
con la magia que colorea los caminos
bajo la sombra del sauce
que todavía está por crecer.
Casi sin esfuerzo, casi sin proponérselo,
al futuro una canción le obsequian
y a lo gastado un poema le ofrecen.
Y aunque los días parezcan torcerse
consiguen que germine la alegría
casi sin esfuerzo, casi sin proponérselo.
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