LA DEL MODERNO PROMETEO DE MARY SHELLY

El "monstruo" lloraba.

Lloraba bajo la llama de la Luna del Ártico

cuando sus recuerdos parecían ser

su única compañía,

si es que sus seleccionadas partes

no se presentaban en su mente.


El "monstruo" cantaba.

Cantaba cantos al alma del dolor y el abandono

que surgiría de su propio padre

desde la desidia,

si es que cada una de sus acciones

llegaban a tener ese nombre.


Por ello, le arrebató lo que más quería

deseando que fuera para él.

Pero el corazón de ella se les reveló:

ninguno, nunca nadie de ella dispondría.


Entonces, se maldijeron mutuamente

aunque uno leyó la Biblia

y el otro jugó a ser el mismo Dios.


Quedaron baldíos los cementerios

cuando la nieve parecía

ser el lugar donde florecía la sangre.


Uno fue arrebatando aquello que quería

pretendiendo que sufriese.

El otro fue a cazarle hasta en el Infierno,

aunque este solamente frío le mostraría.


El "monstruo" gritaba. 

Gritaba bajo la llama de la Luna del Ártico

porque, en el fondo, resultaron ser

de misma sintonía,

si es que todo el fatal desenlace

no les concedería un horizonte. 







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