HABÍA UN GORRIONCILLO...

Parecía, 

eso mismo parecía,

olvidado de la mano de Dios.

Habiendo dado un pequeño salto,

no se sabía si sus alas

las extendió antes

o después de ello,

en una papelera

se introdujo.


Era un gorrioncillo...

de esas diminutas aves

que pululan por las ciudades.

De otro iba acompañado,

pero este no contempló 

el interior de la papelera...

por lo menos

en ese instante...

tal vez tiempo después...


¿Y qué habría 

en su supervivencia 

con tal de hacer aquel movimiento?

Puede que le supusiera un todo. 

O quizás no fuera nada. 

Era un gigante 

en aquel mundo 

de lo urbano. 


Aquel gorrioncillo...

parecía tan alegre 

en esas inmensidades...

al haberse bañado

en un charco formado 

a la noche por una tormenta...

Otro salto 

al alejarse

de todo ese instante...


... y el mundo se expandió 

al igual que sus alas 

lo hicieran antes

en el paisaje

que narra las mañanas 

de lo cotidiano.

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