BINOMIOS

Una muñeca de trapo

a la que le están cambiando de ropa. 

No resulta nada extraño,

ya que se trata del aprendizaje

de algún infante.


Lo malo, lo maquiavélico, 

es que se escandalicen

porque lo haga un niño

en vez de una niña

y, al mismo tiempo,

se alaba los cambios de vestuario

en las gentes que se dicen populares.


Es un círculo vicioso

con el cual se humedece esta sociedad. 

Al igual que dar el pecho

en la rúa presenta la contraparte

de que señalen.


Son presentes los sanbenitos 

al calor bienpensante. 

Un triste reflejo

de lo que perdura 

en colectivo,

el cual debe de guardarse unido 

aunque los decenios nos sean diferentes.


Pero qué triste,...

qué triste es dividirnos de esa manera,

con esas formas 

en lo que es sano

o impúdico...

en que dependiendo 

del sexo nos empujen

a actuar de esta

o aquella manera.


Pero qué triste,...

qué triste es enseñar cómo debes amar,

sentir, hablar, actuar...

según el sexo.

Es un teatro

forjado en el tiempo

alargado en edades

que se afianzan

en estas fechas.


Y se clavan,

de tal manera lo hacen,

que es muy complicado

eliminarlos.


Siempre quedan

sus restos en las partes

de nuestra educación.

Complicado.


Complicado,

pero no imposible. 

Pues será un trayecto

más que largo.


Complicado,

pero no imposible. 

Mayores milagros

se habrán visto. 


Por ello,

aunque hoy sean de plástico 

las muñecas,

¿por qué


seguimos,

se sigue, dividiendo 

enseñanzas

en el 


binomio de los chicos y las chicas

que debemos ser el día de mañana?

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