ANDAR SOBRE EL MAR...

Tal vez me diera,

aunque apología 

hiciera de ello, 

por beber

hasta desfallecer. 


O por disfrutar

de una cerveza,

dos o tres a lo sumo, 

mientras saboreo

el infinito 

sin pretensión alguna.


O por sentarme 

en algún banco 

cuando leo las páginas

de algún libro 

con una botella de agua 

y un paquete de tabaco.


Aunque tumbarme

bajo ese árbol

en mitad de la nada 

sería un lujo

ante el calor que nos baña

la inmensidad del desierto. 


¿Por qué no nadar

en medio del mar 

y quedarme tumbado 

mirando el cielo

que está sereno

con nubes en su ausencia?


Quizás me diera

por la sinergia

hacia todo ello 

y tejer

eso de la mente.


¿Y por qué no hacerlo

todo a la vez,

o por separado,

aunque sea con calma,

sin que la desidia

con que los terceros

lo pueden ver

por no comprenderlo?


Entonces,

más allá 

de todo ello,

sin el celo

que forma 

la mente,

¿por qué no continuar 

andando sobre el mar?

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