El edificio

14/VII/2020

giphy.com

Tan grande era la egolatría del Ser Humano que decidió volver a construir una torre que surcara los cielos y llegara hasta los aposentos del Creador. Recuperaron los viejos planos de aquella que se edificó en tiempos pretéritos y corrigieron sus fallas. También le añadieron otros sistemas modernos con los cuales soportaría los fuertes vientos, los drásticos cambios de temperatura. Podría fluctuar sobre la tierra en caso de movimiento sísmico y navegar en caso de otras lluvias torrenciales.

Su esqueleto exterior estaba fabricado con un material que aprovechaba la energía del Sol para convertirla en calor en invierno y refrescar su interior en los calurosos meses de verano. Por lo tanto, los residentes que habitaban en ella, y los negocios que comerciaban en su interior, tenían ese punto de ahorro energético y colaboracionismo en la confrontación frente al cambio climático.

La organización del edificio estaba dividida en dos mesas de portavoces que discutían sobre las cuestiones que les afectaban. Por un lado estaban los ciudadanos que habitaban en ella. Se dividían en tres partes, los más pudientes (que habitaban en la parte alta), los de clase media (en el medio) y los menos favorecidos, los de mayor número, en las partes más bajas. Aunque los del primer grupo eran los menos, eran los que ostentaban el poder entre ellos e imponían su voluntad siempre que las discusiones estaban reñidas.

Para ello se valían de su poder sobre las empresas de vigilancia y orden que había en la torre, ya que ellos las dirigían, eran sus dueños, además de controlar los negocios de los que dependían los más numerosos, pues no solo les vendían el alimento que necesitaban, también la ropa, medicamentos y demás materiales que necesitaban en su vida cotidiana. Estas estaban dirigidas por aquellos que vivían en la parte media, pero obedecían ciegamente a los de la parte alta, quienes además disponían también de los despachos de las leyes que regían aquel lugar.

Así, pues, se organizaba la sociedad de aquel edificio. Una Asamblea con dos mesas de supuestos iguales en la cual una de ellas ostentaba todo el poder y aparentaba escuchar y gobernar conjuntamente mientras poseía todo el poder corporativo, económico, legal y burocrático. El Orden imperaba en aquella pequeña sociedad que no dejaba de crecer hacia el cielo mediante los nuevos sistemas tecnológicos que adquirían mediante los resultados de aquella autarquía que comercializaba con el exterior en un secreto indisimulado hacia él y silenciado al interior.

Ese mundo exterior miró hacia otro lado ante aquella situación de esclavitud que parecía disimulada, pero que era tan clara. También miró a otro lado cuando la parte exterior del edificio comenzó a oxidarse debido al ácido de los excrementos de las aves que anidaban en él. También ante las crecientes colonias de ratas y otros animales que había en sus cimientos y base por la ingente cantidad de alimento que les proporcionaban los cada vez mayores residuos que producía aquella cada vez más numerosa sociedad.

De esa forma, mientras iba creciendo en altura con el lento pasar de los tiempos, el edificio fue debilitándose ante la ceguera de la cúpula de su gobierno. Desde fuera tampoco se percataron. Solo les interesaba el comerciar con ellos, no les importaba lo que sucediera en su interior mientras pudieran llevar a cabo sus negocios. De esa forma, un día en el que se celebraba la ceremonia religiosa en honor a la deidad de aquel mundo paralelo, los cimientos comenzaron a tambalearse a consecuencia de la acumulación de personas que había en el lugar.

El edificio cedió y aquel mundo llegó a su fin en el momento en el que gozaba de mayor apogeo y esplendor. No solo fue nefasto para aquel mundo, también para lo que había a doscientos kilómetros a la redonda, ya que aquel suceso contaminó todo aquel territorio al sumarse sus residuos, la contaminación del polvo y el óxido de los distintos materiales. Casi un milenio tardó aquel lugar en recuperar la normalidad, la vuelta al punto de partida. Y cuando lo hizo habían vuelto a olvidar, o ignorar, lo sucedido, pues a mil kilómetros de distancia se estaba fraguando otra sociedad en otra torre todavía más majestuosa que la anterior.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Un agujero negro en la oficina

VIAJANDO POR EL ESPACIO

Pide ayuda con tal de encontrar un llavero con valor sentimental