EGO
20/II/2018
Desapareció como apareció:
cauto, silencioso. Le convenía
tras hacer ruido en su beneficio
cada tarde, cada vez que reía.
Su voz no se marchó, ni se sofocó.
Hablaba alto desde la distancia
vilipendiando todos los actos,
trasformándolos en dura infamia.
Desapareció así: lento y cauto;
posiblemente con altanería.
Como aquel que empuja al desacato
en beneficio de su egolatría.
Egolatría que sucumbe al ego.
Ego trasformado en egolatría.
Supuesto dueño de lo vivido,
aprendiz eterno en sabiduría.
Sus pasos: cautos y apresurados.
Apresurados en la lejanía.
Cautos para atacar silenciosos.
Apresurados en el día tras día.
Comentarios
Publicar un comentario