Si viviéramos una simulación se gastaría mucha energía y el programa que la dirigiera colapsaría

Frank Wilczek, Premio Nobel de Física, explica que comprender las interacciones de las partículas que forman el Universo sirve, entre otras cosas, a la hora de crear vacunas

elpais.com (06/VIII/2018)

Los lectores del suplemento XLSemanal que incorporan los periódicos del Grupo Vocento pudieron disfrutar hace dos semanas, en concreto en su número 1789, de una amena, y didáctica, entrevista al Premio Novel de Física Frank Wilczek. ¿El motivo? La reciente publicación de un libro suyo, Las diez claves de la realidad (Crítica), con la que pretende mostrar el funcionamiento del Universo.

Sería en el año 2004 cuando este estadounidense recibiera tan agraciado galardón. Y lo hizo compartiéndolo con dos personalidades más. La primera de ellas sería su mentor, compañero y compatriota David Gross. La otra; el también estadounidense David Politzer. Algo que, tal y como comenta en la entrevista, habría sido suerte ya que únicamente llevaba unos meses trabajando el concepto de la libertad asintótica en la cromodinámica cuántica. Por aquel entonces el calendario marcaba 1973 e iba a cumplir 22 años.

¿Qué es la libertad asintótica? Primero, cada uno de nosotros estamos formados por átomos. Y estos se componen de protones, fermiones, leptones, gluones,… y los quarks. Estos últimos, a medida que están cada vez más cerca unos de otros pierden energía. Es decir, estarían estáticos. Cuanto más lejos entre ellos sucedería lo contrario, se alejarían. Su interacción se debilita cuando están más cerca entre ellos. ¿Pero para qué sirve saber todo eso?

Básicamente permite que se puedan calcular las secciones de acontecimientos que se dan en la física. ¿Y si se trasladara al mundo corriente? Wilczek lo explica de la siguiente manera. Si estamos formados de electrones, fotones, quarks y gluones (nuestras células, las rocas o las proteínas de los virus), todo esto sirve a la hora de poder diseñar las vacunas. Por ello es conveniente conocer cómo funcionan o interactúan entre ellos.

Si nos paramos a pensar un instante, que todo el Universo, que cada parte de él (incluida una mesa de noche o el aparato con el cual están ustedes leyendo este texto), esté formado por esas partículas puede causar vértigo. Y todo ello tiene su origen en una explosión en la que toda la materia estaba comprimida. Esto es lo que conocemos con el nombre de Big Bang. Algo de lo que no sabemos qué había antes de él, pero podemos observar que el Universo sigue expandiéndose y enfriándose.

Y, tal y como afirma Wilckek, lo sorprendente no es que esas partículas se junten y den forma a la vida, sino que además lleguen a dar lugar a la inteligencia que poseemos. Por tanto, podríamos llegar a pensar que su organización tendría que ser perfecta, algo con lo que no está de acuerdo el físico. Según él, si lograra que los protones fueran más ligeros conseguiría que la posibilidad de que la vida inteligente surgiera fuera mayor. Esto mismo le sirve a la hora de negar a aquellos que sugieren que vivimos en una simulación.

Explica que si así fuera se despilfarraría “demasiada energía”. Habría demasiada información y, por lo tanto, el programa por el que estuviera dirigido dejaría de funcionar. Esto no quita que piense que el Ser Humano se dirige hacia una “optimización”. Algo que se intensificaría con la ingeniería genética y nuestra colaboración con las máquinas. Además, aunque no lo teme, opina que llegará el día en el que los ordenadores adquieran conciencia de sí mismos. Su peligro vendría en si está motivado por razones militares y económicas.

Lo afirma una persona que nos explica que todas las ventajas tecnológicas que disponemos hoy en día se basan en el uso de las leyes físicas que rigen el Universo. Añade que si fueran erróneas no dispondríamos del preciado GPS. Su funcionamiento se rige por “los principios de Newton, la teoría de la relatividad, la mecánica cuántica, las leyes de la electrodinámica, la transmisión de señales en el espacio, los relojes atómicos, los láseres…”. Si una de esas teorías fallara los GPS darían “resultados disparatados”.

Y es que este instrumento basa los cálculos en la velocidad de la luz. Y esta, con sus 300.000 kilómetros recorridos por segundo, es el “cuenta kilómetros perfecto” a la hora de medir el Universo. Este nació con el Big Bang hace 13.800 millones de años. Y estaría hecho de muy pocos ingredientes a los que rigen unas pocas leyes. Pero en él hay mucha energía. Entre ella la materia oscura que ocupa el 80% de este. Y de esa materia oscura el 25% podría pertenecer al axión, una partícula subatómica cuya existencia formuló en 1977 y todavía está pendiente de ser demostrada.

Por cierto, ¿han notado que cuando escuchan música pueden escuchar el todo pero no un instrumento en concreto, y que pasa lo mismo al revés? Se trata de un concepto que tomó de la física cuántica y que se llama complementariedad. Esto explica que luz sea a la vez una onda (la música en conjunto) y una partícula (el instrumento). A su vez, Wilczek afirma que esto lo ha trasladado a la vida diaria y le ha hecho “ensanchar la mente”, ser más tolerante y “despierta” su imaginación.

Este concepto, que también lo traslada al cubismo de Picasso cuando superponía diferentes ángulos a la hora de representar, es algo que “los artistas lo intuyen”. Wilczek tiene 70 años. Y afirma que pensaba que el mundo a esa edad sería más sombrío. Sigue aprendiendo. Además de impartir física en el Centro de Física Teórica de Massachusetts (el conocido MIT) está matriculado en cursos online, toca el piano, hace malabares, está constantemente haciendo planes y se levanta cada día deseando ver qué le deparará el día a pesar de no tener tiempo para todo. A los jóvenes les aconseja que sean curiosos y profundicen cuando algo les llame la atención.

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