El extraño "secuestro" que terminó con los pies metidos en las aguas de un río




Aquel momento le resultaba extraordinario. Quizás rocambolesco por lo histriónico desde su concepción de la vida. Y es que, por lo menos desde que tenía uso de aquello que llaman "razón", nunca había metido los pies en las frías aguas de un río en su recorrer. Además, lo estaba haciendo con los restos de una fogata a su costado. ¿De cuándo era? No lo sabía. Sólo podía intuir que era de algún tiempo atrás. Más aún teniendo en cuenta que el día anterior llovió y se podría percibir el resultado de las precipitaciones en ella.

Había llegado de casualidad a aquel lugar. Prácticamente le arrastraron. Y no le hizo ninguna gracia cuando le comunicaron el plan. Incluso habiéndoselo dicho con antelación no habría acudido. Le empujaron al coche. Y fue por sorpresa. De hecho, fingieron un secuestro. Durante todo el viaje que hizo metido en el maletero no paró de preguntarse qué era lo que había hecho. Vivía con lo justo en una pequeña vivienda que había heredado. Y era una persona de los más corriente. Un funcionario que habíase jubilado un mes atrás.

Por un momento discurrió que podría haber hecho algo por la sociedad. O formar una familia. Y esto fue algo que le causó una impresión tremenda estando como estaba en aquel diminuto y claustrofóbico espacio. Nunca había sentido la necesidad de ello aunque de vez en cuando le diera algún pequeño bajón de autoestima por la vida que había elegido. Y es que fue su elección. No porque no hubiera tenido oportunidades, sino porque llegado el momento se había hecho a la idea de que era mejor que no le aguantara nadie. Se consideraba un perro verde a pesar de que su círculo social y familiar siempre lo tuvo presente con una fuerza enorme.

Cuando el coche paró fue la primera vez que le pareció reconocer alguna de las voces que lo acompañan. ¿Qué significaba aquello? De repente, abrieron el maletero y le sacaron mediante un voluptuoso empujón. Una vez en el exterior, le quitaron la venda que le pusieron alrededor de sus ojos. "Ya puedes contemplar una de las maravillas de este mundo". Era su cuñado quien lo comentaba. Su hermana y su sobrina observaban mientras se partían el alma por la risa. "¿Pero se puede saber qué habéis hecho? ¿Qué hubiera pasado si os para alguna patrulla?", les reprochó. "Anda, calla y ven a comer; te vas a caer de culo con todos los que están aquí".

Finalmente descubrió el porqué de todo aquello. Querían celebrar su jubilación. Hasta un total de 50 personas entre familiares y amigos estaban allí. "¿Pero estáis tontos? ¡No merezco esto y mucho menos que perdáis vuestro tiempo celebrando semejante chorrada!", gritó con lágrimas en los ojos por la emoción. Y es que aquel gesto le había provocado una punzada en el corazón. Por nada del mundo pensó que podrían hacer algo semejante. Pero el mosqueo por su "secuestro" seguía presente. "¡Sabéis que tengo jodida la cadera, cabrones! ¿No se os podía haber ocurrido otra estupidez? ¡Ya veréis mañana el dolor que tendré!". Todos se rieron a carcajadas. Así que le ofrecieron una cerveza bien fresca con la que limar asperezas. "Bien, parece que por fin hacéis algo con sentido".

Poco después comenzaron a comer. Las viandas corrían a raudales en medio de una naturaleza que desconocía. Nunca había estado en aquel lugar, aunque ese paisaje no le era desconocido. Era verde y húmedo; algo a lo que contribuía aún más la lluvia del día anterior. También había bebida en abundancia. Y aunque fue moderado en su ingesta no era plan el pasarse de rosca en una fecha que había sido elegida en su honor. Pero no podía decir que no se quedó con las ganas. De hecho, hasta comenzó a agobiarse y decidió ir a dar un vuelta. Fue así que llegó a aquel pequeño riachuelo en el que decidió mojar sus pies desnudos. Y no, no recordaba si alguna vez había hecho semejante acción.

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