El concierto en un mundo sin enfermedades (II)




Una de las características del diseño de aquella sociedad es que estaba orientada a no perder el tiempo. Por ello, y centrándose en el aspecto de la producción laboral, los periodos destinados al ocio estaban supeditados a un fenómeno que llamaban "relatividad coaxial". Es decir, cada cinco minutos que pasaban divirtiéndose en aquel artefacto tenían la sensación correspondiente al transcurso de una hora. El desgaste físico sentido durante ese lapso era trasladado al cuerpo. Y la recuperación se llevaba a cabo en el mismo lugar en apenas 2 minutos mediante una serie de sustancias químicas que eran inyectadas al cuerpo. Esto también sucedía cuando al finalizar la recreación del laburo recobraban fuerzas.

Y ella, a través de la diversión que le correspondía por medio del mandato legal, estaba en el concierto con la esperanza de poder charlar con él. Decían que estas se realizaban igual que en los Tiempos Oscuros, cuando nada funcionaba y el mundo estaba sumido en las tinieblas. Esto es; la gente conversaba mientras tomaba algo al son de la música en la zona señalada con tales fines. Así que, después de notar su presencia en la barra mientras pedía una cerveza, se armó de valor y decidió ir hacia él. Pero la frenaron. Una compañera del instituto la agarró de la mano. No se había visto desde hacía 10 años. Y comenzaron a hablar como si el tiempo no hubiera transcurrido.

De reojo, no perdió la posición en la que se encontraba. Las relaciones de pareja funcionaban bajo ciertas directrices. Y estas obligaban a entablar amistad durante, al menos, 9 meses. Después, debían acudir al Tribunal del Corazón con tal de que les diera el visto bueno. Para ello eran sometidos a una serie de examenes que buscaban comprobar la compatibilidad entre ambos. Una vez pasado ese trámite, tenían que superar una prueba que duraba dos años. Sería entonces que se les permitiera tener relaciones sexuales por primera vez. Pero claro, estas acciones íntimas se hacían mediante la recreación del aparato. Finalmente, y tras haberse comprometido contractualmente, era a los 6 calendarios cuando podían estar cara a cara de forma física. De esa manera era evitado el fenómeno que en otros días se conoció por "divorcio".

Mientras seguía dialogando con aquella vieja amistad, notó que se dirigía a la salida. Le pareció que estaba blanco. "Irá a tomar un poco el aire", pensó. Y es que aquel artefacto llegaba a recrear las mismas sensaciones padecidas en lo que llegamos a tildar de "pajarón". Lo que ella no sabía es que su interés había decidido abandonar el lugar. Mucho menos se imaginaba lo que luego le sucedería a este. Así que, ilusionada con la idea de estar después con él, continuó la conversación. Su amiga le presentó al que era su pareja. Todavía les quedaba medio año con tal de poder estar físicamente. Pero, por lo bajini, y bajo la promesa de que no lo contara, le reveló que sus ratos íntimos eran increíbles. Y le indicó que no tuviera prisa, pues todo lo bueno se hacía esperar.

Al oír esto suspiró aliviada. Aquello siempre le había dado un gran respeto. Además, las normas sociales hacían hincapié en seguir la castidad a rajatabla. Y esto era algo que sus padres le inculcaron desde que era pequeña. No les veía de manera presencial desde hacía 8 años, pero prácticamente todos los días conversaba con ellos a través del artefacto. Ellos, después de contribuir con sus obligaciones de mantener la población, vivían en apartamentos separados aunque su estilo de vida era matrimonial. Eso era lo que sucedía cuando ese requerir hacia el mundo se cumplía. Y estaba predispuesto al instante en que el último de los dos vástagos alcanzaba la mayoría de edad. Nunca más volvían a tener contacto físico.

La pareja de su amiga tenía una conversación interesante. Era muy atento con ella y educado hacia los demás. Le sorprendió cómo se entendían con la mirada. Sobre todo teniendo en cuenta que, en lo que denominaban estar en público, sólo tenían permitido agarrarse de la mano. Nada de abrazos o agarrar de la cintura. Menos aún un beso. Había que ofrecer una imagen casta y de fraternidad. Todo aquello que se alejara de esas premisas era castigado con una multa y la anulación de la relación. Pero ellos lo tenían completamente interiorizado y se comprendían a la perfección. Les salía de forma natural, casi instintiva. Fue en estas que le presentaron a un conocido de la pareja de ella.

Aunque era gracioso y amable, e incluso llegó a imaginarse cómo sería estar con él, no podía quitarse de la cabeza a aquel con el que quería relacionarse. Pero no lo volvió a ver en todo el concierto. ¿Dónde se habría metido? Bueno, cuando llegara a casa le llamaría. Fijo que le habría surgido algo. De todas maneras, en más de una ocasión le había dicho que no le gustaban los lugares concurridos. Tal vez se hubiera ido. Además, no habían quedado, así que, en teoría, nada le ataba a aquel momento pese a lo mucho que le gustaba el grupo. Aunque no dejaba de darle vueltas a lo que le dijo una vez. A que no estaba seguro sobre si en realidad lo apreciaba porque tenía la sensación de que estaba todo planeado milimétricamente. Ella se rió. ¿Qué sentido tendría aquello? ¿Por qué iban a hacerlo? "No le des importancia, ha de ser una tontería", le dijo él después de que ella le preguntara aquello.

Por arte de magia, borró aquel pensar. Y dedicó su atención a gozar de la música. Todas las notas que los músicos tocaban fue traspasando los centímetros de su piel. El sudor le recorría cada parte de su cuerpo y cantaba a pleno pulmón. Llegó a tal punto que empezó a notar que estaba quedándose afónica. Sus acompañantes también estaban disfrutando. Bailaban en grupo, dando vueltas sobre ellos ya que no podía haber contacto físico. Ni siquiera las parejas podían hacerlo en aquellas circunstancias. Todo con tal de fomentar la salubridad que evitara enfermedades. "¿Cómo podrían contagiarse estando como estaban en aquellas maquinas que simulaban ese momento?", pensó. Pero tan rápido como lo hizo lo descartó inmediatamente. Tal vez estaba pasando demasiado tiempo con su interés. Pero esto último también lo desechó. Así que continuó divirtiéndose hasta que el "bolo" finalizó. Una vez en casa deseó darse una ducha caliente.

Esto tendría lugar en el mismo artefacto. El momento de estar bajo el agua sería creado de forma minuciosa formando un instante de intimidad. El vaho inundó el lugar mientras se relajaba hasta llegar el momento de secarse. Cuando acabó la maniobra, salió del aparato y miró el reloj. Sólo habían pasado 15 minutos en el mundo real. "¿Real? ¿Qué es lo real?". Pero justo en ese instante oyó un gran estruendo. Era como si hubieran tirado una puerta abajo. También le pareció escuchar unos quejidos y, después, llegó el silencio. Entonces tocaron a la puerta. Esto únicamente ocurría cuando había problemas técnicos en el edificio. Desde el telefonillo alguien le dijo que acababan de arreglar un tema eléctrico. Sólo escuchó su voz. Lo que ella no sabía era que, en la vivienda de al lado, residía su interés. Y que este acababa de ser trasladado a las dependencias del Cuerpo de Inteligencia con tal de ser reeducado.

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