SERÁ QUE VINE A SER YO
No vine a quedarme.
Tampoco a marcharme, quizás.
Tal vez fuera a dar un paseo,
eso suele dar más juego.
Ni a martirizarme.
No me va lo de fustigar,
ni aunque yo sea el objetivo,
y menos aún algún otro.
A veces me da por maldecir las camas,
más que nada porque rezuman frío
cuando el invierno se extingue.
Y las paredes son un bello obstáculo que atravesar
en la que uno se congratula con el esfuerzo.
Pero cada cual tendrá su particular visión,
aquella misma que le construirá su experiencia.
Cuando el invierno se extingue
comentan que da paso al verano;
es que nunca se opacan las esperanzas.
Y mira que no vine a marcharme,
y a quedarme mucho menos.
Menos a ser una brisa fresca.
Vine a ser yo,
aunque a algunos no les guste.
No vine a gustarte.
¿Por qué tendría que regalar
satisfacción a los otros?
Alejemos ese juego.
No vine a adorarte.
Dejemos eso a la misa,
aunque no haya algo concreto
que muestre al que dicen Creador.
No te prohibiré adorarle.
Vine a ser yo.
Así que... si lo deseas... pues reza.
Puedes estarte tranquilo,
pues sabes que no vine a quedarme.
Y menos aún a buscar la gloria.
Y la desesperanza tampoco.
Quizás sólo vine para ser yo,
y esa batalla ya es bastante ardua.
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