El testimonio que parte desde una televisión sin funcionar
12/VII/2020
es.ara.cat
"Huelen las calles a pólvora, madera quemada y sangre. A la putrefacción de los cuerpos abandonados en medio del fuego que no mira y nunca miró el punto al que apuntaba. Esa casa casi completamente derruida es el refugio en el que pasar los momentos de exaltación deshumanizada y los que parecen dar una tregua que no es tal. Y es que la supuesta paz esconde y trae consigo la cruda realidad sobre las verdaderas circunstancias.
"Las vísceras de un perro yacen desparramadas por el suelo mientras un enjambre de moscas y demás insectos acuden a alimentarse o dejar sus huevos para el florecimiento de las nuevas generaciones. Qué curioso resulta ser que en mitad de todo este Apocalipsis renazca la vida mientras otras se marchitan o adentran en un pozo del cual nunca verán la luz.
"En ocasiones se escucha el sonido de alguna risa entre todos los lamentos y lágrimas. La lucha no es sólo contra ese enemigo que está a lo lejos y al que rara vez vemos su cara. También está presente entre las filas del que le confronta, pues se divide y se origina un conflicto dentro de otro provocando más miedo y se ignora si confiar en el que ataca o el que dice defender nuestros intereses.
"Y la casa, esta casa semiderruida, guarda los restos de un televisor que no funciona desde hace mucho tiempo. Qué tiempos aquellos en los que el belicismo nos parecía una diversión en el que estaba claro quién era el bueno. La realidad nos muestra que no los hay. Que el Ser Humano se convierte en un despiadado animal que saca a la luz un canibalismo que creía olvidado, pero que, en realidad, estaba guardado en lo más profundo de un cajón de una mesita de noche.
"No, no hay buenos ni malos. Sólo demonios. Demonios que buscan, y consiguen, paralizar a la persona. Le hace vivir en un estado perpetuo de miedo en el que el sudor huele a eso mismo. Y se puede escuchar las risas de aquellos que sacan beneficio de toda esta situación.
"Florece la esclavitud y la denigración del Ser Humano. Esclavos tanto de unos como de otros, ya sea siéndoles serviles o beneficiándose de los cuerpos. La propina de la golosina de chocolate a los niños. El pegamento en las sillas a los ancianos. El adulto en cuclillas en una esquina paralizado por el miedo. Las lágrimas de quien no volverá a ser persona por lo que ha visto y perdido. Qué tiempos aquellos en los que el belicismo nos parecía una diversión televisada en el que estaba claro quién era el bueno".
publico.es
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